En su primer largo como director en solitario, el argentino Federico Luis se adentra en el cine sobre la identidad. En concreto, se mete en el terreno del cine que explora la segunda identidad, la identidad inventada, como mecanismo de adaptación al mundo o de supervivencia. Sin aferrarse a códigos genéricos, el director plantea con originalidad y arrojo, también asumiendo riesgos, una historia de desdoblamiento.