Sin bechamel ni carne picada: esta lasaña que se hace con calabacín y calabaza es más jugosa y fácil de preparar

Se trata de una receta bastante rápida que la clásica lasaña y mucho más ligera pero con un sabor espectacular El gran momento del calabacín y la berenjena: seis recetas aprovechando su temporada que van más allá del pisto tradicional Hay recetas que aunque estén en los primeros puestos de tus platos favoritos siempre da un poco de pereza ponerse manos a la obra, bien porque requieren bastante tiempo de elaboración, bien porque terminas con media cocina en el fregadero o el lavavajillas. Seguro que te vienen a la cabeza, entre otros platos, las croquetas o la lasaña. Preparaciones que pasan por el tedioso proceso de elaborar una bechamel; aunque es verdad que ahora puedes encontrar en tiendas de barrio y supermercados versiones de esta salsa ya preparada y envasada, lo que facilita muchísimo el trabajo en la cocina. En el caso de la lasaña clásica, un plato más o menos contundente según los ingredientes con los que lo preparemos, además hay que hervir las placas de pasta que utilizamos para ir formando las capas; o en su defecto, remojarlas en agua templada durante unos 15 minutos en función del tipo de placas que hayamos elegido. Tanto si vas a hacerla de carne picada, verduras u otros ingredientes, tienes que preparar también este relleno; además de la salsa de tomate, que si la hacemos casera todavía nos tomará más tiempo. Eso sí, aunque la preparación es ardua, es innegable que una lasaña casera de principio a fin no tiene comparación y una vez lista, disfrutarás cada uno de sus deliciosos bocados. La lasaña es un plato muy antiguo, del que hay referencias desde el siglo I d.C. La primera aparición en un recetario fue en un compendio en latín, 'De re coquianaria', en el que se describe como un plato formado por láminas de pasta y relleno de carne. Su versión actual, sin embargo, es de los primeros años del siglo XIV. Desde entonces, han sido muchas las variaciones que se han hecho de esta receta, como la lasaña de champiñones o berenjenas, la de marisco o alguna opciones frías que se presentan como ensaladas de verano. Pero... ¿y si hay una versión de lasaña que sea nutritiva, ligera, jugosa, con un sabor irresistible y que encima se pueda preparar en una hora? Vamos a proponerte una opción que cumple con todos esos requisitos: se trata de la lasaña de calabacín y calabaza, que nada tiene que envidiar a otras recetas de este plato y para el que no necesitarás ni carne, ni salsa bechamel. La receta El primer paso será limpiar y cortar la verdura Esta receta, como te hemos adelantado, es bastante rápida de preparar. No tiene ningún misterio. Por un lado, rehogaremos las verduras, y por el otro, prepararemos las placas de lasaña —mejor las que ya vienen precocidas y solo hay que dejar a remojo. Estos son los ingredientes que necesitaremos para 4 comensales: Un paquete de placas para lasaña precocida Unos 500 gramos de calabaza 4 calabacines grandes 1 cebolla mediana Utilizaremos también queso parmesano rallado y queso para gratinar Aceite de oliva Sal y especias al gusto Lo primero que vamos a hacer es preparar las verduras, que pelaremos, limpiaremos bien e iremos cortando. La cebolla, la picaremos finamente y el calabacín y la calabaza, los trocearemos en dados. Es fácil encontrar trozos de calabaza cortados y pelados en el supermercado, pero si la que tienes en tu despensa es una pieza entera, tendrás que cortarla y pelarla con cuidado. Con las verduras ya preparadas, vamos a calentar aceite de oliva virgen extra en una cacerola y rehogaremos la cebolla, el calabacín y la calabaza. Pasados unos minutos, añadimos un chorrito de agua y dejamos cocer hasta que veamos que están blandas. En este punto puedes añadir la sal, un poco de pimienta y nuez moscada, por ejemplo. Ahora vamos a preparar las láminas de lasaña, según las indicaciones que dé el fabricante. Normalmente, si son de las precocidas, hay que dejarlas hidratar en agua templada entre 15 y 30 minutos. Una vez listas y escurridas, las vamos colocando en una fuente apta para horno previamente engrasada. Y ya vamos a ir formando las capas en este orden: placas, relleno y queso parmesano, hasta llegar a la última capa, que cubriremos con queso para gratinar. Y por último, la introduciremos en el horno precalentado a 180º. Puedes fijarte en el paquete de láminas para saber el tiempo exacto, aunque suelen ser entre 15 y 20 minutos para que estén listas, a lo que puedes añadir otros 5 minutos más de gratinado hasta conseguir el punto perfecto. Lo mejor es servirla recién hecha, caliente. Un truco para evitar que se rompa a la hora de servirla es prepararla en raciones individuales, aunque este paso te tomará algo más de tiempo. Placas de calabacín Para esta versión, vamos a cortar el calabacín en tiras finas Si tienes intolerancia al gluten o no te apetece hacer tu lasaña de pasta clásica, puedes probar a simular las placas de esta receta con láminas de calabacín. Es muy sencillo. Lo único que tienes que hacer es cortar a lo largo el calabacín, en tiras finas. Intenta hacerlas todas más o menos del mismo grosor, puedes ayudarte de un pelador. Una vez hechas las láminas, vamos a dejarlas escurrir por unos minutos en un colador o sobre papel absorbente, y cuando hayan soltado el líquido las pasamos por una sartén con unas gotas de aceite de oliva virgen extra para dorarlas y que la textura se ablande un poco. El resto de los pasos son los mismos que si utilizásemos placas de pasta. Iremos colocando las tiras de calabacín en una bandeja apta para horno formando capas con el relleno que hayamos preparado y finalmente cubriremos con queso de gratinar.