Tras meses en microgravedad, los astronautas deben readaptarse a la fuerza terrestre: músculos que se debilitan, fluidos que se redistribuyen y sentidos que se desajustan. Testimonios recientes revelan lo difícil que resulta caminar, mantener el equilibrio o incluso sostener la cabeza. La NASA estudia cómo mitigar estos efectos en futuras misiones.