Los recientes hechos violentos en un narcolocal de Leganés, donde un joven fue gravemente apuñalado y al día siguiente cuatro personas resultaron detenidas por forzar la puerta con una radial, no han frenado el trapicheo de droga en la zona. Así lo aseguran los vecinos, testigos del peregrinaje de clientes, algunos de ellos toxicómanos, que desde el lunes acuden al inmueble sin saber de la clausura policial. Hasta ahí todo es más o menos normal, de no ser porque uno de los supuestos camellos estaría al quite para salir a su encuentro y conducirlos a otro punto de venta cercano. Mientras tanto, los cuatro arrestados ya han quedado en libertad tras ser acusados por la Policía de un delito de coacciones. Son tres hombres y una mujer, todos de nacionalidad española, que fueron sorprendidos al tratar de cambiar la cerradura . Pese a que en un primer momento se barajó la posibilidad de que lo hicieran con intención de okupar o entrar a robar, las fuentes consultadas por este periódico aseguran que se trata de los dueños del espacio. Esta espiral de acontecimientos ha provocado que la Policía Nacional intensifique las labores de patrullaje en un enclave castigado por las peleas y el propio tráfico de estupefacientes. En paralelo, mantienen la investigación abierta para dar con los autores de la agresión que casi le cuesta la vida a un marroquí de 29 años a las puertas del local. Fue acuchillado hasta en tres ocasiones, en el tórax y el abdomen, por lo que tuvo que ser trasladado en estado crítico al hospital 12 de Octubre. Allí fue intervenido quirúrgicamente y su evolución es positiva. El miedo es evidente en este enclave de Los Santos, más si cabe, tras la creciente sospecha de que el último ataque se enmarque dentro de una guerra soterrada por el control de la venta de droga. Tiempo atrás, este diario ya alertó de la presencia de una banda dedicada presuntamente a esta actividad y cuyos miembros habrían tratado de coaccionar a algunos bares para que les permitieran vender, además de intentar amedrentar a la 'competencia'. «La zona en los últimos tiempos se ha convertido en un polvorín», coinciden los afectados, hartos de los estallidos de violencia que vienen registrándose desde hace años. Para poner fin a la situación, piden a las autoridades medidas más contundentes.