¿Un aviso o un despiste?

Polonia decía el miércoles que lo ocurrido horas antes ponía al país más cerca que nunca de un conflicto desde la II Guerra Mundial. Drones rusos habían violado el espacio aéreo del país, espacio aéreo OTAN, y todas las alarmas se encendieron. Era la primera vez que Putin osaba ir tan lejos , amedrentando con drones cargados de explosivos a un país europeo, miembro de la OTAN. Poco después, desde la Alianza Atlántica y desde la Comisión Europea se lanzaba un mensaje muy parecido. El riesgo de que el conflicto ucraniano escale y se extienda a otros países es hoy más real que nunca. Von der Leyen hablaba de guerras imperiales, de guerras entre imperios. El miedo a que el conflicto ucraniano se extienda más allá de las fronteras de Ucrania es cada vez más evidente en muchos países de la Unión. Francia pedía hace unos días a los hospitales del país que se prepararan para una situación de guerra a partir de marzo de 2026. En el país galo la conversación en la calle, entre la gente, sobre el riesgo real de poder entrar en guerra con Rusia es habitual. Tienen asumido que, antes o después, el conflicto escalará y no habrá forma de mirar hacia otro lado. Así llevan meses, y, quizás por eso, el aviso del gobierno de Macron no ha sorprendido tanto dentro como fuera. Decirles a los hospitales que el gobierno baraja un horizonte de guerra para dentro de unos meses es muy arriesgado si no cuentas con argumentos de peso para demostrarlo. Para algunos, que Francia, Alemania, Reino Unido o países más al este centren su agenda en defender a Europa de la amenaza rusa es una forma de distraer a la población con un miedo ficticio sobre algo que es muy improbable que pase. Puede. En estos tiempos es difícil afirmar que “eso es imposible”, porque lo imposible, demasiadas veces en los últimos años, se ha convertido en posible. En España , sea por la distancia geográfica o sea porque realmente pensemos que un dron o misil ruso es imposible que llegue hasta aquí, no compartimos ese miedo de los franceses, no planteamos posibilidades hipotéticas ni mucho menos pedimos a los hospitales que se preparen para lo que pueda pasar. Bastante tenemos con gestionar la realidad de hoy como para hacer futuribles con algo que, para muchos, es ciencia ficción. Puede. Pero no pierdan de vista el mensaje que China envió la semana pasada con ese poderío político que desplegó en su Cumbre de Shanghái y después con el desfile militar en Beijing. Todo ha cambiado. Putin ya no se siente tan aislado. Desde luego, con el ataque del miércoles contra Polonia, sea un error deliberado o no, ha demostrado que nada le frena. Y mucho menos, las sanciones que le impone Europa. En Moscú sienten que hoy hay más margen que hace unas semanas. Hoy tienen a China de su lado. Y eso los hace más fuertes. Militarmente no han podido ganar a Ucrania, no hasta ahora. Y es improbable que, con el desgaste sufrido, se sientan con ganas de ir más allá. Pero envían mensajes. En forma de drones, en forma de “despistes”.