En los últimos años, los fraudes a través del teléfono móvil han evolucionado de simples llamadas falsas o mensajes de texto engañosos a métodos más sofisticados. Ahora, sin necesidad de que la víctima haga clic en ningún enlace, los ciberdelincuentes pueden interceptar comunicaciones, rastrear ubicaciones o incluso acceder a datos privados.