La paella valenciana ha traspasado fronteras, convirtiéndose en un icono mundial de la gastronomía. Cada año, Sueca se convierte en epicentro de ese reconocimiento con la celebración del Concurso Internacional de Paella Valenciana, un certamen que reúne a cocineros de los cinco continentes dispuestos a medir su técnica y su respeto por la receta más universal de la Comunitat. Este 2025, entre los participantes hay una historia que brilla con luz propia: la de Alejandro Lenin, un chef originario de Aguascalientes (México) que ha viajado más de 9.000 kilómetros para cumplir un sueño. “Venimos solo por pasión, para honrar un plato tan bonito que ustedes han compartido con el mundo”, asegura emocionado en Herrera en COPE Comunidad Valenciana. Alejandro llegó esta semana a Valencia junto a su ayudante tras un vuelo de 11 horas hasta Barcelona y un posterior trayecto hasta la capital del Turia. El esfuerzo no es menor: dejar atrás su trabajo, su familia y su país por un objetivo que va más allá de la competición. “No venimos a ganar dinero ni a buscar fama, venimos porque queremos aprender y respetar la verdadera esencia de la paella”, explica. Su participación es fruto de un largo proceso. En México ya cocinaba arroces, aunque con una concepción distinta a la valenciana. “Allí hacemos una versión más cargada de ingredientes, muy vasta, como nos enseñaron. Pero yo quería aprender cómo se hace realmente la paella, respetando los productos y las técnicas que ustedes han cuidado durante siglos”, relata. Esa curiosidad lo llevó a contactar a maestros arroceros valencianos a través de redes sociales, a estudiar, a practicar y finalmente a presentarse a un concurso en su país. Hace apenas un mes consiguió la clasificación que le abrió las puertas de Sueca. El chef mexicano lo tiene claro: “Yo quisiera que un taco o un buen mole se hiciera con sus ingredientes y su método original. Igual pienso de la paella: hay que darle su lugar, no improvisar con lo que no toca”. Su visión conecta directamente con el espíritu del certamen: los participantes deben cocinar la auténtica paella valenciana, con ingredientes regulados como el pollo, el conejo, la bajoqueta o el garrofón, sin añadir productos ajenos a la tradición. Alejandro lo asume con humildad y admiración. “Es un reto enorme, pero también una oportunidad para mostrar que la paella es un lenguaje que todos podemos aprender si lo hacemos con respeto”. En la entrevista con COPE Valencia, no faltó el buen humor cuando se le preguntó por cómo se preparan los tacos en España. “Con cariño lo digo… un poquito mal los hacen”, confiesa entre risas. Una reflexión que evidencia lo difícil que es trasladar cualquier plato icónico fuera de su contexto original, algo que él mismo vive ahora con la paella. Más allá del concurso, Alejandro disfruta de su estancia en la Comunitat Valenciana. Ya conocía la ciudad, pues la visitó en 2021, aunque entonces la pandemia condicionó el viaje. Ahora lo vive con más tranquilidad: “Es una ciudad preciosa, luminosa y muy bien trazada. Hemos estado en la Ciudad de las Artes, en el Palau y ahora cerca del Mercado Central, que me parece impresionante”. No esconde su fascinación por el mayor mercado de Europa y por la gastronomía local. “Hoy vamos a probar un buen bocadillo de calamares y seguir descubriendo productos. Para un cocinero, esto es como estar en un paraíso”, reconoce. Tras el concurso, tiene previsto recorrer buena parte del Mediterráneo: Alicante, Murcia, Sevilla, Madrid y de vuelta a Barcelona. “Quiero aprovechar cada parada para seguir probando arroces y aprender de cada cocina”, adelanta. Antes del domingo, Alejandro y el resto de concursantes participan en una masterclass con Adolfo Cuquerella, prestigioso maestro arrocero, que servirá para conocerse e intercambiar experiencias. El gran día, cada chef deberá cocinar una paella tradicional bajo la atenta mirada del jurado. Aunque la competencia será dura, con participantes de países como Japón, Australia, Estados Unidos, Francia o Italia, Alejandro lo afronta sin presiones: “Ya estar aquí es un premio. Conocer a cocineros de tantos lugares y compartir con ellos esta pasión es lo que más me motiva”. Para Toni Landete, responsable del certamen, historias como la de Alejandro dan sentido al evento: “No se trata solo de cocinar, sino de transmitir identidad. La paella es el plato más universal de nuestra tierra y Sueca lleva décadas defendiéndolo”. El certamen no solo busca coronar la mejor paella del mundo, sino también proyectar la tradición valenciana más allá de nuestras fronteras. Que un chef mexicano cruce medio mundo para cocinar en Sueca es el mejor ejemplo de esa dimensión cultural. La paella ha conseguido lo que pocos platos logran: unir tradiciones y culturas distintas bajo un mismo caldero. Alejandro Lenin lo resume con una frase que refleja el espíritu del concurso: “Cruzamos el Atlántico por amor a la paella. Eso ya vale más que cualquier premio”.