Me encantó ver la victoria de Alcaraz en el Open de Nueva York y me sorprendieron gratamente los abucheos que recibió el presidente Trump cada vez que su imagen aparecía en la pantalla gigante del estadio. Ahora que está llegando a la cumbre de su poder autocrático le salen los contestatarios por todos los rincones. La mayoría de sus decretos se quedan en suspenso por decisiones de jueces federales, algunos nombrados por él mismo, a la espera de que sus fieles de la Corte Suprema levanten la suspensión, al menos. Sus leales Netanyahu y Putin lo han abandonado, el primero toma decisiones sin contar con su asentimiento, como bombardear Qatar; y el ruso rinde pleitesía a su mayor adversario, la China de Xi Jimping. No digo que su proyecto totalitario haya quebrado pero me da la impresión que el viento de la historia empieza a soplar por el otro costado.