Fumar en público

Tengo yo un amigo al que la nueva ley antitabaco le va a sentar muy mal. Solemos vernos a menudo, siempre en una terraza con otros tertulianos, para hacer precisamente eso, una tertulia en la que hablamos de lo divino y de lo humano. Mi amigo, al que llamaré Pepe, aunque ese no es su nombre, es bastante fumador, e imagino su cabreo cuando haya visto que ya no va a poder fumar en nuestras reuniones. Y yo comparto su enfado porque esta nueva ley no reconoce el derecho a fumar al aire libre a los que ya tienen cáncer de pulmón, como le sucede a mi amigo Pepe. Él va siempre por la calle con su aparato productor de oxígeno en un carrito y sus pinchos puestos en la nariz, y así permanece cuando está con nosotros, aunque de vez en cuando, se quita el artilugio, apaga su máquina y se fuma un cigarrillo, el cual, como le ha dicho su médico, ya no puede apenas hacerle daño.