Los padres del bebé del potito con cristales: «Grabábamos todo lo que pasaba en casa porque teníamos miedo»

En casa de Yoelsis y Claudia, una pareja de 34 y 33 años, cubano él y argentina ella, no hay donde cocinar. Culpan a sus dos compañeros de piso de que, desde que los denunciaran por meter cristales en el tarro de la papilla de su bebé de 10 meses , les han desconectado la vitrocerámica y han escondido el microondas. «Tenemos que cocinar para el pequeño dentro de nuestro cuarto, con una olla que nos ha dejado una amiga». Quien habla es Yoel, que no sale de su asombro sobre lo que llevan sufrido él y su pequeña familia desde hace meses. El 30 de agosto, a la hora del almuerzo, Claudia salió de la habitación donde hacen vida los tres, en San Blas, para preparar el potito al niño. «Ya lo grabábamos todo con el móvil. Teníamos miedo y nos lo recomendó la Policía. Llevábamos tiempo con tantas denuncias, incluso William y Elena, sus dos hijas y el novio de una de ellas [las otras cinco personas con las que comparten piso en San Mariano] han pegado a mi mujer y me han tirado la ropa por la ventana del baño», especifica Yoel para explicar por qué Claudia tenía la cámara registrando el momento en que abrió el tarro «y vio como algo gelatinoso dentro». «Lo sacó y observó que eran vidrios pequeños, así que vertió la papilla en un plato y se dio cuenta de que había varios cristales», narra. Muy asustados y con antecedentes en los últimos meses de otras trifulcas caseras, llamaron a la Policía Nacional, que se llevó las muestras como prueba y acudieron a una piscina donde estaba la otra familia para detener a William, ecuatoriano, y Elena, colombiana. Fuentes del caso precisan que ella tiene antecedentes por allanamiento, vejaciones e injurias. Los arrestaron, pero el juez los dejó en libertad, acusados de lesiones, y sin medidas cautelares. Ese es otro aspecto que ha extrañado, más teniendo en cuenta que todos viven en un piso de unos 50 metros, un cuarto sin ascensor, donde el bebé está expuesto a más ataques. «No queríamos una orden de alejamiento porque podría suponer que nos tuviéramos que ir nosotros de la casa... ¿Dónde íbamos a encontrar otro lugar, de la noche a la mañana, por 450 euros, que es lo que pagamos por la habitación», dice Yoel, relaciones públicas en varias discotecas del centro, profesor de educación física y deportista de 'softball' y voleibol en distintos barrios de Madrid. Para entender este rompecabezas hay que echar la vista atrás, a primeros de diciembre de 2023. En esa fecha, Yoel entró a vivir en el piso, subarrendando una habitación por la que entregó a William, titular del contrato, tres mensualidades de fianza. «Al principio, nos llevábamos bien. Pero él metía a muchas mujeres, esto parecía un burdel, y hacía fiestas en las que se consumía droga. Yo apenas bebo y me pasaba el tiempo en mi cuarto», dice el cubano. A los cinco meses, empezó su relación con Claudia y se quedó embarazada, por lo que se fue con él al piso de San Mariano. Casi al tiempo, también quedó encinta Elena, la novia de Willian, que se mudó al mismo domicilio. Pero la colombiana, de 49 años, perdió al bebé a los seis meses de gestación. Empezaron los problemas, dice Yoel: «Comenzaron a 'perderse' cosas de la cocina, comida... Cuando mi mujer dio a luz, tenía gestos feos hacia el bebé. Incluso poco antes del asunto del potito dijo que iba a tirar a mi hijo por la ventana por los gritos del pequeño. Él me llegó a robar mil euros del cajón de mi habitación. Ella es la verdaderamente conflictiva, más que William». Siguieron las 'desapariciones' de carne del congelador y se reanudaron las peleas: «Hasta que Elena empezó a cruzarse con mi mujer y darle empujones y llegaron a agarrar a Claudia del brazo y herirla, hasta el punto de que tuve que llamar a la Policía. Empezamos a grabar todo con el móvil cada vez que salíamos de la habitación, íbamos a la cocina, al baño...». Afirma que a su pareja le gritaban «guarra y puta, para provocar», y fue cuando «la arrinconaron en la cocina, con el niño en brazos». Se han cruzado varias denuncias. Siguieron los pleitos domésticos, cada vez más graves. Llegamos al pasado 30 de agosto. El día en que se hallaron los cristales en la papilla del menor. Tras la detención de William y Elena y quedar en libertad, con la investigación aún abierta, la convivencia no ha mejorado, todo lo contrario. El ecuatoriano asegura que todo es falso, que es una invención de los padres del bebé para echarlos del piso y quedarse ellos allí, aprovechando además que el menor los convierte en una familia vulnerable. Es más, dijo que ellos hace muchos meses que no le pagan los 475 euros del subarriendo. «Eso es falso, no somos okupas, no debemos ni un mes», sentencia Yoel. Los dueños del piso desconocían que William realquilaba las habitaciones, algo que es ilegal. ¿Qué van a hacer Yoel y Claudia? «Nos vamos de aquí. Este fin de semana marcharemos a casa de una amiga que nos va a acoger. Hemos llegado a un acuerdo con el casero y nos va a dar 2.000 euros, aunque perderemos dinero: William se niega a devolverme los tres meses de fianza y, por supuesto, los mil euros que me robó».