El Phantom es mucho más que un automóvil. Representa lo mejor del lujo, la excelencia en ingeniería, los materiales nobles y la exquisita artesanía, de la firma británica. Desde sus inicios y a través de ocho generaciones, el Phantom ha proporcionado a sus propietarios un medio de expresión personal. Un automóvil asociado a personajes ligados al poder, la grandeza, el triunfo, la historia… El famoso actor, bailarín y compositor americano Fred Astaire (1899-1987) se enamoró del recién salido Rolls-Royce Phantom I Town Car, en Londres, en 1928, mientras representaba en el Princess's Theatre primero, y posteriormente en el Winter Garden Theatre, el famoso musical «Funny Face», con la música de nada menos que George Gershwin. El chasis estaba vestido con una carrocería hecha a medida por el prestigioso carrocero británico Hooper. Tras adquirirlo, lo envió de vuelta a Estados Unidos al finalizar la temporada del espectáculo. Años 40. El mundo ha estallado. Uno de los grandes militares de la Segunda Guerra Mundial, es el mariscal de campo Bernard Law Montgomery (1887-1976), primer vizconde Montgomery de Alamein, apodado «el general espartano» por su austero estilo de vida. Su única concesión a la comodidad estaba en su transporte personal. Reconociendo el poder de la imagen y el simbolismo, a «Monty» le gustaba utilizar un par de Phantom para comunicar permanencia, solidez y confianza, enviando una clara señal a sus tropas de que se quedaría con ellos en las horas más oscuras. El transporte diario de Montgomery era un Phantom III de 1936 con carrocería de Freestone & Webb, requisado al director de Talbot Motor Company, Frederick Wilcock. En los preparativos para el Día D en junio de 1944, utilizó este automóvil para transportar a Winston Churchill, al general Eisenhower e incluso al rey Jorge VI a las sesiones de planificación en el Cuartel General Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada en Southwick House, en Hampshire. En ocasiones, durante los años de guerra, utilizó el Phantom III «Butler», asignado al jefe del Estado Mayor Imperial. Este automóvil en particular recibió este nombre porque fue encargado originalmente para Alan Samuel Butler, presidente de la De Havilland Aircraft Company. Con carrocería de H. J. Mulliner, su característica más distintiva era un parabrisas delantero inclinado que hacía al Phantom un quince por ciento más aerodinámico, una cualidad que se veía reforzada por su perfil trasero en flecha y la rueda y el neumático de repuesto carenados. Montgomery compró el automóvil en 1958 y conservó el «Butler» hasta 1963, periodo durante el cual recibiría a numerosos pasajeros ilustres, incluidos los primeros ministros de Canadá, Australia y Nueva Zelanda. En 1948, Philip Mountbatten, el Duque de Edimburgo (1921-2021), recién casado con la Princesa Isabel, visitó la casa Rolls-Royce. Le prestaron un coche experimental con un nuevo motor de ocho cilindros en línea de 5,3 litros, apodado «the Scalded Cat» («el Gato Escaldado») por los pilotos de pruebas de la marca. Poco después, preguntó si la compañía podía crear un coche con una carrocería más formal para uso de Su Alteza Real la Princesa Isabel y para él mismo. La solicitud del Duque fue aceptada y se construyó el primer chasis del Rolls-Royce Phantom IV. Con el asesoramiento de Rolls-Royce, se terminó según el diseño de Su Alteza Real. El pedido se confirmó el 15 de noviembre y, para preservar el secreto durante su creación, se le dio el nombre en clave de «Maharajah of Nabha». Este histórico automóvil permanece en servicio activo en las Caballerizas Reales bajo el nombre de «Maharajah» hasta la fecha. Posteriormente, la Familia Real Británica encargó otro Phantom IV, dos Phantom V y dos Phantom VI para transportar a la soberana. Uno de ellos es el famoso «Silver Jubilee Phantom VI» («Phantom VI del Jubileo de Plata»), que la industria automovilística británica regaló a la Reina Isabel II en 1977 para celebrar sus 25 años en el trono. Famoso por su techo elevado Bespoke, se volvería a utilizar en 2011 en la boda de los entonces Duques de Cambridge, para transportar a la novia desde el Hotel Goring hasta la Abadía de Westminster. No todos los Phantom V estaban destinados al servicio real o a una ceremonia diplomática. Algunos llegarían a simbolizar un tipo de poder cultural completamente diferente. En diciembre de 1964, John Lennon, se recompensó a sí mismo por el éxito de «A Hard Day's Night» de los Beatles encargando su propio Rolls. En su estilo iconoclasta, Lennon especificó que su Phantom V debía ser cien por cien negro, por dentro y por fuera. Sin embargo, hay líneas que ni siquiera un Beatle puede sobrepasar; la marca defendió con contundencia que la parrilla Pantheon del automóvil y la mascota Spirit of Ecstasy conservaran su acabado brillante convencional Eso sí, será uno de los primeros automóviles en Gran Bretaña con ventanas oscuras, hechas de vidrio Triplex Deeplight oscurecido y reflectante. Como Lennon le dijo a un entrevistador de la revista Rolling Stone en 1965, estas no eran solo para privacidad, «Es en parte eso, pero también es para cuando llegas tarde a casa», comentó el Beatle. «Si es de día cuando llegas a casa, todavía está oscuro dentro del automóvil, simplemente cierras todas las ventanas y sigues en el club …» En mayo de 1967, solo unos días antes del lanzamiento de «Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band», este automóvil escandalizó con su nuevo aspecto. Inspirado por la caravana de estilo romaní que guardaba en su casa de Weybridge, Lennon, según se dice, siguió el consejo de Marijke Koger, una de las artistas del colectivo de diseño The Fool, y encargó una transformación completa. El Phantom, antes negro, fue repintado de un amarillo vibrante y cubierto con motivos florales en espiral y símbolos del zodíaco. Lennon contrató a un artista local para realizar el nuevo diseño; el resultado fue un manifiesto artístico para el Verano del Amor de ese mismo año, y a menudo se exhibía con orgullo frente a su casa en Kenwood. No todos lo aprobaron. Mientras el Phantom recién pintado circulaba en la zona de Piccadilly de Londres ese verano, Lennon afirmó que una inglesa indignada gritó: «Cómo te atreves a hacerle eso a un Rolls-Royce» antes de atacar el coche con su paraguas, un momento que no hizo más que reforzar su estatus legendario. El Phantom de Lennon se mudó con él a Nueva York en 1971, donde se convirtió en una imagen familiar en el Upper West Side de Manhattan. En 1977, lo donó al Museo Cooper Hewitt. Cuando se subastó en 1985, el Phantom se vendió por 2.299.000 dólares, un récord mundial para cualquier pieza histórica del rock and roll. Un año después, fue donado a la provincia de Columbia Británica, donde permanece bajo el cuidado del Museo Real de Columbia Británica: un objeto contracultural y quizás el Rolls-Royce más famoso del mundo. Y el mismísimo «Rey», Elvis Presley, no solo amaba los Cadillac. En 1963 compró su primer Phantom, un V con carrocería de James Young. Los extras incluían un sistema estéreo Blaupunkt Köln de alta fidelidad, neumáticos Firestone de banda blanca, un micrófono y un reposabrazos trasero con bloc de notas, espejo y cepillo para la ropa. Inicialmente estaba pintado en «Azul Medianoche» con un interior de tela gris, pero Elvis lo mandó a pintar después de que las gallinas de su madre empezaran a picotear sus reflejos en el acabado pulido a espejo. Según se dice, el color «Azul Plata» más claro elegido no mostraba las imperfecciones de la pintura… En 1968, Elvis donó su Phantom a la organización benéfica SHARE, un acto que más tarde inspiró la canción «Elvis's Rolls-Royce» de Leonard Cohen & Was (Not Was), del álbum «Are You ok?» de 1990. A lo largo de ocho generaciones, cada una tan legendaria como la anterior, el Phantom se ha mantenido no solo como el automóvil insignia de la marca, sino como un ícono de íconos, en cuyo interior ha viajado la historia y algunos de sus personajes.