Sacarse el carné de conducir se ha convertido en una carrera de fondo. Según datos del propio sector, casi 5.000 personas esperan ahora mismo para poder presentarse al examen práctico, después de haber aprobado la parte teórica. Un tapón que desespera a alumnos y a sus familias, retrasa incorporaciones en sectores donde faltan conductores y genera enormes dificultades en las autoescuelas, que trabajan con la incertidumbre de no saber cuándo podrán examinar a sus estudiantes. El problema no es nuevo, pero la situación se ha agravado en los últimos meses. Mientras la Dirección General de Tráfico insiste en que la plantilla de examinadores está prácticamente cubierta, las autoescuelas discrepan y denuncian que la realidad es muy distinta: el número de pruebas realizadas al día está por debajo de la media nacional, y eso deja a Cantabria en clara desventaja. La situación se entiende fácil con un ejemplo: un alumno suspende la primera vez, y tiene que esperar hasta tres o cuatro meses para volver a intentarlo. Un retraso que genera frustración y que en muchos casos provoca abandono. Pero más allá de lo personal, está el impacto en la vida laboral. Cada vez son más las personas que necesitan el carné para trabajar en el transporte, la logística o la distribución, y que ven cómo sus planes se frenan por la falta de examinadores. Las autoescuelas cántabras reconocen que nunca antes habían vivido una situación de tanta presión. El director del Grupo Bahía Formación, Luis Agustín Peña, explicaba recientemente que los cuatro nuevos examinadores que han llegado a Cantabria no suponen ningún refuerzo real, ya que simplemente sustituyen a otros cuatro que se marcharon. Eso significa que la bolsa de espera sigue ahí, con miles de alumnos pendientes de una fecha. Y la frustración no es solo del estudiante: hay familias que necesitan que su hijo pueda conducir para ayudar en casa, empresas que requieren nuevos conductores para mantener la actividad, y profesionales del sector que ven cómo se resiente el día a día de las autoescuelas. Cantabria, por debajo de la media El problema se agrava si miramos a los centros de examen de Torrelavega y Laredo, donde los examinadores realizan menos pruebas que en Santander. Mientras en otras provincias los desplazamientos se compensan con horas extra voluntarias, en Cantabria esa opción no existe. Resultado: menos exámenes y más retrasos. El sector calcula que con tres examinadores más de plantilla la situación podría empezar a normalizarse, reduciendo poco a poco la bolsa de espera. Pero a día de hoy, Cantabria sigue muy por debajo de la media nacional en ratio de exámenes por habitante. Otro de los puntos señalados por las autoescuelas es que España mantiene un monopolio público en los exámenes. Solo la Dirección General de Tráfico puede examinar, a diferencia de países como Portugal, donde conviven el sistema público y empresas privadas auditadas. Allí no existen listas de espera y los alumnos se examinan de manera casi inmediata. En Cantabria, sin embargo, el tapón se mantiene. Y aunque el propio director general de Tráfico reconocía hace unas semanas que el número de examinadores en España apenas ha crecido desde que el país tenía 40 millones de habitantes, la solución todavía no llega. La falta de examinadores no es solo una molestia para los estudiantes: tiene consecuencias reales en la economía regional. En sectores como el transporte, la logística o la distribución, cada día que un alumno no puede examinarse es un conductor menos que se incorpora al mercado laboral. Las autoescuelas advierten de que, si la situación no cambia, el retraso seguirá creciendo y seguirá generando un bloqueo que afecta tanto a ciudadanos como a empresas. De momento, el consejo para quien quiera sacarse el carné es el mismo que repiten desde el sector: armarse de paciencia. En una comunidad como Cantabria, donde la movilidad es clave y donde miles de jóvenes dependen de este permiso para trabajar, el atasco en los exámenes de conducir sigue siendo uno de los problemas pendientes de resolver.