El valor y la belleza del patrimonio arquitectónico de Extremadura es indiscutible. A lo largo de los siglos, la fisonomía de los pueblos y ciudades de la región se ha modificado gracias a la impronta de sus moradores; huellas que en la actual centuria todavía resisten para embeleso de extremeños y visitantes. Estos edificios cuentan con notables protecciones, tanto nacionales como regionales e internacionales, que impiden cualquier estrago, que potencian su conservación y que nadie cuestiona.