Rotundidad de Tomás Rufo y un 'Victorino' para soñar con el toreo en Valladolid

Poder de Uceda Leal con el que abrió plaza. Queriéndole hacer el saludo de rayas para dentro, pero tuvo que tirar de él a los medios, siempre luciendo al de Victorino. Muy aplaudido el madrileño. Recibió un puyazo, sin más. No dio facilidades en la muleta en ningún momento. Siempre al natural, el madrileño supo entender de las dificultades de “Verdadero”. No terminó en ningún momento de pararse entre muletazo y muletazo. Por el derecho imposible. Estoconazo que le valió una oreja. La media que cerró el saludo con el capote al 4º de la tarde fue una pintura de aquellas que ilustraban los carteles de otras épocas. Ninguna entrega en los primeros tercios. Tiró de oficio en los primeros compases de la faena de muleta y el temple fue su seña de identidad. Siempre con la diestra a media altura y con el compás abierto, logró tres series de las de recordar. Siempre aprovechó la inercia del animal para llevarlo muy tapado. Ese recuerdo de los toreros de antes. Al natural no quería nada y cogió de manera muy fea al de Usera. El final de la faena pareció volver al principio de la misma. Siguió el de Victorino con el mismo galope de los inicios, para ya sabiendo lo que tenía delante. Lástima, la espada, que tras un pinchazo y una media pasaportó al animal. Una oreja a la raza. Fortes llevaba sin hacer el paseíllo en Valladolid desde hacía 13 años. A todo y a nada, el primero del lote del malagueño. Sin entrega en los primeros tercios. Fortes intuyó que el toro podía servir, quizá por eso que se desplazaba, porque no dudó en brindar al respetable. Pero todo fue un espejismo. Al natural, siempre supo lo que tenía delante y, sin entrega, no terminó de haber acoplamiento. Y esa fue la tónica. Naturales de uno en uno, que hicieron sonar las palmas. Necesitó de tres golpes de cruceta para pasaportarlo. Aplaudido de salida el 5º toro. Muy en la línea de Albaserrada. Demostró escasez de fuerzas en los lances con el capote y se encontró con el caballo una sola vez. No decía nada en esta ocasión el de Victorino, y a Fortes le faltó el acople de la no confianza. Siempre a pitón contrario, pero sin decir. No le faltó la voluntad de querer acompañar a sus dos compañeros por la puerta grande. Estocada fulminante. Oreja. Tomás Rufo, volvió a encontrase con la ciudad que le vio tomar la alternativa. En los medios recibió al tercero de la tarde, justo de presentación. Lanceo a la verónica, con temple y abrochó con una media de gusto. Empujó en el caballo en sus dos encuentros. Quitó por delantales el de Pepino y le respondió por verónicas Uceda Leal. Buen tercio con los palitroques interpretado por Andrés Revuelto y Fernando Sánchez que saludaron una fuerte ovación. Y si de algo presumía este “Porteño” era de cómo se desplazaba. Una condición que hizo que Rufo enseguida se metiera con él por derecho. Ese fue su pitón y la mano diestra del toledano solo templó, las envestidas sometidas, arrastrando el hocico del de Victorino Martín. Por el izquierdo quería menos el toro, aun así también lo llevó con la misma clase que desprendía el animal. Clase, bravura y nobleza y sobre todo esa raza que no dejó a nadie indiferente. Estocada, dos orejas y premio de pañuelo azul interpretable. Se comía los vuelos del capote de Tomás Rufo de salida el sexto. Costó mucho ponerlo en suerte en el tercio de banderillas. El silencio por parte del respetable en el inicio de la faena de muleta hacía presagiar faena de altos vuelos. Encastado y con el empuje de un puntito de genio. Muy por encima del toro, Rufo no dudó en pasar esos terrenos de estar en ese puntito de saltar a ser figura de esto. Muy a más el de Victorino, siempre con una fijeza y clase que hizo que la confianza de Rufo fuera a más. Pinchazo hondo que le bastó para sumar un nuevo trofeo.