A Fabio Capello lo tenía encandilado. «Cuento contigo», le dijo el entrenador blanco en uno de esos momentos de tensión máxima –todos lo son, especialmente cuando no se gana- en el Real Madrid. Era diciembre de 2006 y el calendario marcaba una cita incómoda: viaje a Kiev para medirse con el Dinamo en Champions. Tenía solo 20 años y le llamaron para ser parte del equipo de «los galácticos». A Miguel Ángel Nieto de la Calle (San Sebastián de los Reyes, 1986) le parecía estar soñando. Algo bullía en su interior, ese algo que enamoraba al técnico italiano: su gen puramente madridista, su incapacidad para abandonar, su resistencia a la derrota… Ese talante rebelde y racial que se inocula en la cantera del Bernabéu y que representan jugadores como Raúl González, uno de sus ídolos y ahora compañero de filas con Ronaldo, Roberto Carlos, Iker Casillas, Sergio Ramos, Van Nistelrooy… Una fantasía. Nieto debutó –el partido terminó 2-2 en el estadio Valery Lobanovski- y se empleó a fondo para cumplir un papel esencial en un colectivo como aquel Real, que precisaba de jugadores capaces de crear el escenario para que las estrellas brillaran. Ganaron la Liga y bailaron en Cibeles. Capello le tenía en sus planes, pero salió disparado y nunca más se vieron. Nieto volvió al Castilla. La historia comenzó de nuevo para él… y su vida sería distinta.