De espía vasco en la CIA a torturado por el franquismo: una familia busca Justicia 75 años después para el agente Turuta

La Fiscalía ha accedido a conceder a los herederos de Txomin Letamendi, que presentaron una querella contra policías del régimen que fue archivado, una "declaración de hechos pasados" que saque a la luz su verdadera historia en la Guerra Civil y en la II Guerra Mundial Especial - Euzkadi confidencial: espías vascos al servicio de la Casa Blanca Apunta el diccionario 'Elhuyar' que, en euskera', 'turuta' significa corneta o clarín. Pero Txomin Letamendi era más bien trompetista, aunque empleó el apodo de Turuta en sus misiones como espía del Servicio Vasco de Información. El SVI fue la agencia creada durante la Guerra Civil por el Gobierno autonómico de lo que entonces se conocía como Euzkadi y que, en la II Guerra Mundial, se puso al servicio de la CIA y del FBI de Estados Unidos y de otras potencias aliadas contra los nazis y fascistas. A Letamendi, uno de esos agentes vascos al servicio de la CIA (conocida en la época por las siglas OSS), el propio lehendakari José Antonio de Aguirre le pidió en persona regresar a España en 1942 confiado en que el régimen franquista iba a caer. Pero no lo hizo. Y Turuta fue detenido. Y torturado. Y encarcelado. Falleció por esta causa en 1950. Sus herederos, a punto de cumplirse 75 años de la muerte del espía, presentaron en 2024 una querella contra dos agentes de la Policía franquista. Una magistrada archivó la causa. Pero la Fiscalía recurrió y ha abierto la puerta a que los Letamendi logren de la Justicia española una “declaración de hechos pasados”, es decir, una resolución que, aunque no tenga consecuencias, ponga negro sobre blanco que Turuta fue un héroe y no un peligroso faccioso. La historia de Turuta aparece de refilón en la memoria de la Fiscalía vasca de 2024 , un documento puramente administrativo hecho público a comienzos de septiembre. Detrás de las anodinas cifras de una de las muchas diligencias mencionadas, las 53/2025, se esconde una vida de película. O de novela. Kirmen Uribe la recogió en 'La hora de despertarnos juntos'. Su esposa Karmele Urresti, pariente de Iñaki Anasagasti, el histórico dirigente del PNV nacido en el exilio de Venezuela, es una de las protagonistas. El 20 de diciembre de 2024, al cumplirse 74 años de la muerte de Letamendi, trascendió que su familia había acudido a los tribunales. Presentaron una querella larga que tiene la misma cantidad de jurisprudencia y fundamentos legales que de historia de Euskadi, de España, de Europa y del mundo. Se explica que Letamendi nació en Bilbao en 1901. Se detalla su singladura como 'gudari' del PNV en la Guerra Civil, tanto en el frente de Bilbao como en la zona de Vitoria y Arrasate-Mondragón. Pero los franquistas, auxiliados por alemanes e italianos, conquistaron todo el territorio vasco ya en el verano de 1937. Turuta pasó al exilio. Primero fue a París, al conocido palacio del 11 de la avenida de Marceau que ahora ha recuperado el PNV . “Es allí donde se puso a las órdenes del lehendakari” como un agente del SVI. Pero los nazis llegaron también a Francia. Su siguiente parada fue ya en América. En concreto, acabó en Venezuela. El SVI, en cambio, estableció su cuartel general en Nueva York . Allí trabó acuerdos de colaboración con la OSS (actual CIA), el FBI y también con el SOE británico. Todo esto está documentado en papeles secretos desclasificados ya tanto por Estados Unidos como por el Reino Unido. En España eso aún no es posible a falta de la reforma de la ley de secretos oficiales. Un informe de la CIA titulado “Mission Letamendi” explica el regreso a España del espía. Fue a finales de 1942. Aparentemente, Aguirre la invitó a volver al interior. Necesitaba agentes sobre el terreno ante lo que intuía (equivocadamente) como la caída del franquismo en paralelo a las derrotas de Alemania e Italia. El lehendakari, como también describió la CIA, llegó a pedir armas a Estados Unidos para su plan para derrocar al régimen . El propio viaje, en el buque Buena Esperanza, fue una misión confidencial para la CIA ya que en él iba también el getxoztarra José Antonio de Sangróniz, embajador español en Venezuela . La tapadera de músico permitía al espía hacerse pasar como un inocente vasco apolítico que recorría el mundo y que era amigo de las hijas del diplomático. Informe secreto de la CIA sobre Letamendi En 1945 acabó la II Guerra Mundial y, con ello, la luna de miel del SVI con Estados Unidos. Este país reinició sus relaciones diplomáticas con una España que ya no se estaba mostrando al mundo como amiga de las derrotadas Alemania e Italia. Letamendi fue arrestado en agosto de 1946 “con motivo de haber descubierto la Policía gubernativa de San Sebastián una valija con documentación clandestina con destino a Francia que puso de relieve la existencia de una amplia conspiración”. Según el franquismo, “todos los partidos políticos de izquierdas” -si bien el PNV era una formación católica y conservadora siempre operó del lado de los republicanos- estaban actuando subrepticiamente en el territorio nacional bajo instrucciones de autoridades en el exilio “para el derrocamiento del régimen establecido en España después de su guerra de liberación”. Explica la familia que sufrió “graves torturas en comisaría”. Estuvo en prisión sin condena hasta mayo de 1947, es decir, nueve meses. Turuta optó por desplazarse a Barcelona, donde siguió trabajando como agente del SVI con los apodos de “Damián Landa” o “Darío Landa”. Pero fue arrestado nuevamente en septiembre de ese mismo año por la Brigada Político-Social. Otra vez más le decomisaron documentación interna de la oposición. Aquí se sabe que fue torturado por los agentes José Nogués Recoo y Fernando Escudero Arcocha. Son los dos nombres que aportó la familia a la Justicia. Hay más, pero no se han investigado. Lo dejaron “marcado” tanto física como psicológicamente. “No pudo revertir las secuelas”, abundan. Fue procesado en 1948 y la Fiscalía militar pidió para él diez años de cárcel por delitos de espionaje. En febrero de 1950 llegó la sentencia condenatoria contra él tras un proceso sin garantías. Finalmente, le cayeron cinco años de reclusión por ser responsable de una “conspiración para la rebelión”. Estuvo preso en la propia Barcelona, pero también en Madrid y Guadalajara, según su expediente penitenciario. “Su estancia en prisión fue durísima” y llegó a dejar de comer. “Los muertos no comen”, contó otro reo sobre la delicada situación del torturado. En octubre le concedieron un indulto por su estado de salud. Estaba al “límite” cuando se reunió con su familia. El 20 de diciembre de 1950, estando en casa de un hermano en Madrid, falleció. Según explican fuentes judiciales, la magistrada de Donostia Silvia Villanueva admitió a trámite la querella -que insiste en la inaplicabilidad de la amnistía de 1977 porque los delitos contra la humanidad no prescriben- y pidió a la Policía Nacional un informe sobre los dos nombres facilitados por la familia. El cuerpo le dijo que uno de ellos no constaba en sus bases de datos y que otro, Escudero, había fallecido ya. Aunque no hace tanto, en 2013. La instructora interpretó que no había responsabilidad penal posible en esas circunstancias y cerró el expediente. Pero, en abril de este año, la Fiscalía solicitó que se pudiera utilizar la posibilidad de realizar esa “declaración de hechos pasados”. Es lo último que se conoce del recorrido judicial de Letamendi, pero al menos es una puerta abierta a su reconocimiento. La ley vasca de víctimas de violencia policial, por ejemplo, no atiende casos de esa época, aunque sí del tardofranquismo y la transición.