El testimonio de Syra Alonso: la gallega que frecuentó a Siqueiros o Carpentier, y relató el 'paseo' de su marido en 1936

Su diario, recuperado con material inédito por Editora Alvarellos, es una estremecedora narración del encarcelamiento y asesinato a manos del fascismo en A Coruña del pintor vanguardista Francisco Miguel, padre de sus tres hijos Hemeroteca - José Suárez, el fotógrafo vanguardista gallego que se exilió y trabó amistad con Akira Kurosawa La Casa de la Felicidad dejó de serlo el 3 de agosto de 1936. Ese día, los alzados contra la democracia republicana secuestraron en A Coruña a su inquilino, el pintor vanguardista Francisco Miguel. Dos meses más tarde, tras una fugaz puesta en libertad, lo asesinaron. “El eco repite mis palabras allá en el calabozo”, escribe dos años después Syra Alonso, su compañera, refugiada en una aldea del interior de Galicia, “¿qué habéis hecho con Francisco Miguel?”. Los diarios de Alonso, inéditos hasta el año 2000 y ahora recuperados por la Editora Alvarellos, constituyen un testimonio estremecedor sobre los primeros días tras el golpe, la represión violenta e indiscriminada, los crímenes fascistas. “En las noches, a través del rumor del mar, se oía a lo lejos el ruido de los disparos, el ladrido de los perros, los '¡alto!' con voz fuerte que lanzaban los soldados”, anota. Alonso redactó su pliego de cargos en dos períodos. En 1938 refugiada en Tordoia (A Coruña) y en 1945 exiliada en Actopan, México, país donde ya había residido junto a Miguel y donde habían frecuentado a pintores como David Alfaro Siqueiros o Diego Rivera, escritores como el cubano Alejo Carpentier, cineastas como el soviético Sergei Einsenstein. El documento permaneció oculto durante 55 años, y eso que ella lo había elaborado con la intención de dejar constancia de la barbarie y publicarlo. Así lo explica en varios tramos de un escrito que además posee voluntad de estilo literaria. Pero no fue hasta que la periodista Carme Vidal, entonces en el histórico semanario nacionalista A Nosa Terra , tropezó con uno de sus fragmentos que la obra salió a la luz. Sucedió en el catálogo de la exposición dedicada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid a Francisco Miguel. “A través del Círculo conseguimos el contacto de su hijo Juan Ramón [el del medio de los tres que Alonso tuvo con Miguel] que en seguida se prestó”, recuerda Vidal en conversación con elDiario.es. Dos cuadernos manuscritos, pasados a ordenador por la nieta de la autora, también Syra de nombre, conforman el diario. Vidal promovió su traducción al gallego –con el aplauso entusiasta del hijo; el trabajo lo realizó la escritora Anxos Sumai– y lo publicó en la desaparecida editorial A Nosa Terra hace un cuarto de siglo. Su repercusión, en una época en que todavía no había legislación sobre memoria histórica y solo agentes particulares –la propia A Nosa Terra, los proyectos de Isaac Díaz Pardo–, no fue menor en Galicia. Poetas e intelectuales como Chus Pato, Arturo Casas o Miguel Anxo Fernán–Vello prestaron atención a una obra que enseguida agotó dos ediciones. Syra Alonso y su marido, el pintor vanguardista Francisco Miguel, en Madrid hacia 1934 Exhumado en 2023 “Son las palabras de Miguel las que me ayudan a descorrer el velo de mentiras en el que me quieren enredar”, escribe Alonso en una narración sobre el abuso de poder y el laberinto de embustes con el que los alzados fascistas ocultaban sus acciones, “tú vendrás un día como vienen aquí a preguntar por los suyos infinidad de mujeres y te van a engañar igual que a ellas. No te dirán a dónde me llevan. Si algún guardia te da junto con mis cosas este peine, pongo esto como marca de que corro la misma suerte que los que han desaparecido estos días”. El cadáver de Francisco Miguel apareció en Bértoa, Carballo, el 29 de septiembre de aquel 1936. Alonso lo consigna, como consigna el proceso por el que averigua lo qué ha sucedido y lo escribe. “¿Por qué me ha engañado con su libertad para después recibir el más cruel de los dolores?” dice sobre un guardia civil que le da, adrede, una pista falsa, “hoy puedo decir que siento un gran desprecio por vosotros. ¡Y os llamáis defensores de España y propagandistas de la paz cuando vertéis la sangre de tantos inocentes con la palabra de Dios en los labios!”. Los diarios de Syra Alonso mencionan hasta siete veces el lugar de Bértoa. “Es como si hubiese señalado dónde estaba enterrado”, considera Vidal. Hace dos años, y gracias al impulso de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, sus restos y los de otros tres asesinados que aparecieron en la misma fosa –Juan Boedo, Andrés Pinilla y Pedro Pinilla– fueron exhumados. El 29 de septiembre, 89 años después de su martirio, el cementerio de San Amaro, en su A Coruña natal, acogerá los restos de Francisco Miguel. “La luz de tenues colores que Miguel amó en Galicia lucía con toda su belleza”, escribe Alonso cuando recuerda su viaje a Carballo tras la pista de su esposo. Una pareja “realmente brillante” Carme Vidal todavía hoy se asombra de “la capacidad de borrado” de la dictadura. Francisco Miguel y Syra Alonso habían sido “una pareja realmente brillante, singular, con una vida apasionante”. Y durante décadas, nadie habló de ellos, nadie parecía conocer su historia, nadie era consciente de aquellos dos gallegos que se habían paseado por el México Rebelde de los años 20 y entablado relaciones con la vanguardia artística del país norteamericano. Lo cuenta la propia Vidal en la introducción que acompaña la nueva edición de los diarios –que incluye material inédito: un epílogo del profesor Conrado J. Arranz, estudioso de la figura de Alonso, y un relato literario de esta. Alonso y Miguel residieron en México entre 1926 y 1933. Antes también había pasado largas temporadas en París o Cuba. “Los nombres de Siqueiros, Diego Rivera, Blanca Luz Brum, Alejo Carpentier, María Izquierdo, Rufino Tamayo, Einsenstein, Fernández Maza o Georges Braque coinciden con ellos en algunos episodios de sus biografías, una historia de artistas que los llevó a la búsqueda de ambientes de agitación cultural”, explica Vidal. La relación más estrecha es la que construyen con Sequeiros y su compañera, la poeta uruguaya Luz Brum, con los que conviven en un convento abandonado en Taxco (Guerrero). “En aquel espacio la propiedad desaparece”, asegura Vidal, y allí llegan a conocer al director de Acorazado Potemkin , que “se apasiona por Syra”. El propio Siqueiros, uno de los grandes del gran muralismo mexicano, se inspira en los gallegos, señala la periodista, para dos óleos, Retrato de la mujer del artista y Retrato de hombre . Su periplo americano acaba en 1934. Regresan a Europa, viven un año en Madrid, con Miguel pintando edificios públicos, y en 1935 regresan a Galicia. Se instalan en la Casa de la Felicidad, en Santa Cruz de Oleiros, a pocos kilómetros de A Coruña, ya con tres hijos nacidos al otro lado del océano. El 3 de agosto, los golpistas detienen a Miguel en una pensión de A Coruña. Lo acusan de acciones contra el incipiente régimen militar. Lo liberan el 19 de septiembre pero lo vuelven perder y lo asesinan el 29. Tenía 39 años. Syra Alonso y sus hijos lo sobreviven y, en 1942, se exilian en México. Alonso muere en D.F. a los 71 años. Ni siquiera ella misma conservó sus diarios, que llegaron a manos de su hijo gracias a la célebre coleccionista mexicana Dolores Olmedo, a quien se los había entregado la propia autora. “De vieja, Syra continuaba caminando ligero y vistiendo ropas coloridas”, rememora Vidal al final de su introducción a los diarios, “leía mucho. Siempre animosa, hechizaba con sus historias a quien escuchaba. Hacía empanadas y a menudo recordaba el último retrato que Francisco Miguel le hiciera en Oleiros”. Y en el que, solía añadir, ella había salido con los ojos tristes.