Educación diferenciada: mito, tradición y evidencia

Por Álvaro Sánchez Director General Cedros International School En el debate educativo contemporáneo, pocas cuestiones generan tanta discusión como la educación diferenciada por sexo. En un mundo cada vez más globalizado y a menudo marcado por la confusión en torno a la identidad y los roles de género, surge la pregunta: ¿Tiene sentido que existan colegios de educación diferenciada en pleno siglo XXI? Diversos autores en la materia han defendido que sí, no como una solución a la desigualdad —que sería un enfoque reduccionista— sino como una opción pedagógica válida, que ofrece ventajas específicas en el desarrollo académico y personal de los estudiantes. El médico y psicólogo estadounidense Leonard Sax, autor de Why Gender Matters (2005), sostiene que las diferencias biológicas y neurológicas entre niños y niñas influyen en sus estilos de aprendizaje: “Lo que motiva a un niño en el aula no es necesariamente lo mismo que motiva a una niña”. Bajo esta premisa, la educación diferenciada permite diseñar estrategias didácticas más acertivas a cada grupo. En la misma línea, el profesor Cornelius Riordan, en su obra Girls and Boys in School: Together or Separate? (1990), concluye que las escuelas diferenciadas pueden ofrecer un entorno donde los alumnos están menos condicionados por estereotipos de género, lo que fomenta la libertad para explorar áreas como la ciencia, la tecnología o las humanidades sin prejuicios. El investigador Michael Gurian, especialista en desarrollo neurológico, refuerza este argumento en The Minds of Boys (2005), afirmando que “niños y niñas aprenden de forma distinta, no por presión social, sino por diferencias innatas en el cerebro que afectan cómo absorben y procesan la información”. Desde el ámbito hispano, la jurista, escritora y docente universitaria española, María Calvo Charro, ha sido una de las principales defensoras de esta modalidad. Para ella, la educación diferenciada no discrimina, sino que respeta las diferencias naturales y favorece entornos de mayor concentración y rendimiento: “Separar no es discriminar, sino atender mejor a la realidad de cada alumno”. Como consecuencia de todo lo anterior, podríamos afirmar que cuando un ser humano se desarrolla en igualdad de oportunidades dentro de su mismo sexo, se potencializa. Como diría Sax, ignorar estas diferencias genera aulas menos efectivas y, en ocasiones, alumnos frustrados. Por lo tanto, la educación mixta mal planteada puede reforzar estereotipos, mientras que la educación diferenciada bien estructurada puede ampliar horizontes. Janet Hyde de la Universidad de Wisconsin, reconoce que en algunos contextos, los entornos diferenciados pueden reducir distracciones sociales y favorecen la concentración. En contraste, organismos internacionales como la UNESCO o los informes de la OCDE-PISA tienden a defender la educación mixta como modelo estándar, argumentando que no existen pruebas concluyentes de que la educación diferenciada mejore los resultados en todas las variables. Sin embargo, incluso los propios informes de PISA, reconocen que los contextos educativos importan, y que no todos los modelos funcionan igual en todos los países o entornos sociales. Es fundamental reconocer que el éxito de una clase efectiva y el desarrollo óptimo del potencial de cada estudiante dependen, en gran medida, de la labor del docente. Su capacidad para comprender y atender las diferencias individuales, particularmente aquellas relacionadas con diferencias neurológicas y la edad madurativa entre hombres y mujeres, constituye un elemento clave en la planificación pedagógica y en la implementación de estrategias didácticas pertinentes. Esta sensibilidad profesional permite al educador adaptar sus métodos de enseñanza, favoreciendo así un entorno de aprendizaje equitativo y acorde con las necesidades evolutivas de su alumnado. La tendencia mundial apunta hacia una educación cada vez más flexible, abierta a la personalización. En ese escenario, la educación diferenciada aparece como una alternativa que muchas familias valoran precisamente por su capacidad de ofrecer claridad y enfoque en tiempos de incertidumbre social y no como un retroceso pedagógico. De hecho, algunos de los colegios más prestigiosos del mundo mantienen este modelo. Eton College y Harrow School en el Reino Unido, ambos exclusivamente masculinos, figuran de manera recurrente entre los colegios más prestigiosos a nivel mundial, por la calidad de sus egresados y su tradición académica. En el ámbito femenino, instituciones como Cheltenham Ladies’ College en Inglaterra o St. Paul’s Girls’ School en Londres destacan en rankings internacionales. A su vez, en el mundo anglosajón, muchas de las mejores universidades privadas de Estados Unidos y Australia cuentan con “Feeder Schools” diferenciadas que siguen siendo altamente valoradas por las familias. El contraste es evidente: mientras colegios mixtos como Phillips Exeter Academy o UWC Atlantic College lideran los modelos de innovación pedagógica, las instituciones diferenciadas mantienen el prestigio y la solidez académica como su sello distintivo. Más allá de posturas ideológicas, el debate sigue abierto. Lo cierto es que mientras haya padres y especialistas que la respalden, la educación diferenciada, uno de los pilares de los colegios mexicanos Cedros y Yaocalli, seguirá teniendo un lugar en el panorama educativo global, no como reliquia del pasado, sino como una opción educativa con muchas ventajas en un mundo cada vez más complejo. No es excluyente, al contrario, reconoce abiertamente que para lograr una verdadera equidad se necesitan crear las bases necesarias, valientes, para las y los estudiantes. Estoy seguro que el cambio empieza por cuestionar aquello que damos por sentado. Columnista: Columnista Invitado Nacional Imágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0