La política nos afecta a todos pero no interesa por igual a la ciudadanía. Etimológicamente es el arte de llegar a acuerdos, aquello de hacer posible lo imposible, vencer convenciendo o, mejor dicho, celebrar el acuerdo y no tanto la victoria sobre el rival, añadiría yo. Tan sencillo como complejo. Acordar requiere un ejercicio de renuncia y generosidad, de escucha activa y exposición argumental sugestiva y convincente. Si fuera tan fácil como escribirlo en un papel, viviríamos en un mundo plenamente feliz. Todos firmaríamos esa arcadia frecuentemente imposible.