El reciente acuerdo de paz entre Israel y Gaza, impulsado por el presidente Trump, se presenta ante el mundo como un logro histórico que pone fin a años de conflicto. Sin embargo, detrás de los discursos del poder y los gestos de reconciliación, emerge una realidad mucho más frágil: la de una paz impuesta, sin raíces en la voluntad de los pueblos y sostenida apenas por el interés de las potencias que la promovieron. Desde una mirada crítica, esta tregua parece estar colgada de alfileres. Una paz verdadera no puede construirse sobre acuerdos entre élites ni sobre mesas donde el pueblo no tiene voz. En este caso, las y los palestinos comunes, las organizaciones civiles y la Autoridad Nacional Palestina fueron relegados del proceso. A ello se suma la fragilidad del diseño del acuerdo. Los documentos firmados dejan abiertos temas esenciales: quién garantizará la seguridad, bajo qué autoridad se mantendrá el orden, cómo se articulará la gobernanza local con las instancias internacionales y de qué manera se protegerán los derechos políticos y civiles. Estas omisiones no son inocentes; son fisuras que, en contextos tan volátiles como el de Oriente Medio, pueden transformarse en grietas irreparables. La asimetría del poder en la negociación refuerza la sensación de imposición. El plan nace bajo la dirección de Estados Unidos, con Israel y algunos países árabes como actores determinantes, mientras que la parte palestina queda sujeta a las condiciones de los más fuertes. No hay equilibrio posible cuando una de las partes negocia desde la ocupación y la otra desde la supervivencia. Y el riesgo constante de reactivación violenta. Sin bases sociales sólidas, sin mecanismos judiciales ni garantías de reconciliación, cualquier incidente podría detonar una nueva escalada. Un ataque aislado, una provocación militar o un desacuerdo sobre los términos de la reconstrucción bastarían para romper el delicado equilibrio alcanzado. La historia reciente demuestra que los altos al fuego en Gaza han sido, una y otra vez, intervalos breves entre ofensivas prolongadas. Aun más, el control externo sobre la administración de Gaza representa una forma de tutela disimulada. El acuerdo establece que un órgano internacional o tecnocrático gestionará la reconstrucción y la seguridad. En apariencia, se trata de una medida transitoria; en la práctica, es una renuncia a la soberanía. Las decisiones centrales —económicas, políticas y de seguridad— quedan en manos de actores extranjeros, reduciendo la autonomía palestina a simples gestiones operativas. Ahora, tras este aparente triunfo diplomático en Gaza, Donald Trump dirige su mirada hacia Europa del Este con la misma retórica de pacificador, anunció que concentrará sus esfuerzos en lograr la paz entre Rusia y Ucrania, aunque, paradójicamente, lo hace advirtiendo que enviará misiles de largo alcance a Kiev, una amenaza velada que pretende forzar a Moscú a negociar. Su estrategia es coercitiva: imponer la paz a través del miedo. Sin embargo, surgen interrogantes que no pueden ignorarse. ¿No será que el propio Trump, en alguna de sus reuniones privadas con Vladimir Putin —como la de Alaska—, haya delineado una estrategia más oscura? Una que contemple el desgaste sistemático de Ucrania mediante bombardeos inclementes hasta dejarla física, económica y anímicamente debilitada para luego sentarse a negociar desde la aparente buena voluntad del vencedor. Si así fuera, estaríamos ante un libreto repetido: el de una nación llevada al límite para aceptar una paz que, en realidad, consagra su derrota. El paralelismo con Gaza resulta inquietante. Allí, después de la devastación, llegó el acuerdo y, tras el acuerdo, el control externo. Una paz sin pueblo, sin justicia y sin soberanía. Si el mismo patrón se impone ahora en Ucrania, el mundo presenciará cómo la diplomacia se transforma en una herramienta de conquista silenciosa, donde la paz ya no es el fin de la guerra, sino su extensión bajo otro nombre. ¿O no?, estimado lector. Columnista: Juan Carlos Sánchez Magallán Imágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0