Gustavo Pacheco La obesidad no solo está relacionada con el aumento de peso o la acumulación de grasa corporal, sino también con un proceso inflamatorio crónico que puede dañar los vasos sanguíneos, alterar el funcionamiento del corazón y aumentar el riesgo de infartos o accidentes cerebrovasculares. En entrevista con Excélsior, Mike Vivas, director senior de Asuntos Clínicos, Médicos, Regulatorios y de Calidad de Novo Nordisk México, explicó que la obesidad es una enfermedad crónica, compleja y sistémica, que genera un estado constante de inflamación en el cuerpo. La obesidad es una enfermedad crónica compleja de manejar. Las personas que la padecen mantienen niveles de inflamación entre intermedios y altos durante el transcurso de la enfermedad”, explicó. Esa inflamación sostenida es la que lleva al desarrollo de enfermedades cardiovasculares y otros padecimientos directamente atribuibles a la obesidad.” También te puede interesar: Obesidad en México: estos son los estigmas y los síntomas de alerta más allá de la báscula, según experto La inflamación que daña los vasos sanguíneos El cuerpo de una persona con obesidad mantiene una inflamación de bajo grado de manera constante. Este proceso ocurre a nivel del endotelio, una delgada capa de células que recubre el interior de las arterias y arteriolas y cuya función es mantener la circulación fluida. El endotelio es la capa interna de los vasos sanguíneos. Cuando está sano, evita que se acumulen lípidos y grasa en las paredes de las arterias. Pero cuando hay inflamación, se acumulan depósitos de grasa y se forman placas que pueden obstruir el flujo sanguíneo”, explicó Vivas. La inflamación constante produce daño estructural y funcional del endotelio, lo que aumenta la posibilidad de que se formen coágulos (trombosis) o que una placa ateromatosa —una masa de grasa endurecida en la pared arterial— se rompa y bloquee el paso de la sangre hacia el corazón o el cerebro. Cuando esa placa se inflama, puede romperse y generar un coágulo. Ese coágulo puede tapar una arteria y causar un infarto agudo de miocardio o un evento cerebrovascular”, señaló el especialista También te puede interesar: Muertes por enfermedades del corazón aumentan 80% en México: la obesidad, principal detonante Del sobrepeso a la aterosclerosis El proceso por el cual el exceso de peso daña el corazón no ocurre de forma inmediata, sino progresiva. La obesidad se asocia con resistencia a la insulina, dislipidemias y aumento de triglicéridos , factores que contribuyen al desarrollo de aterosclerosis, es decir, el endurecimiento y estrechamiento de las arterias. Este proceso hace que el corazón trabaje con más esfuerzo para bombear la sangre, lo que puede derivar en hipertrofia del ventrículo izquierdo, insuficiencia cardíaca y un mayor riesgo de infarto o embolia cerebral. Según el especialista, esta conexión explica por qué hasta el 70% de las personas con obesidad o sobrepeso presentan algún tipo de enfermedad cardiovascular, y una proporción significativa muere a causa de ellas En México, la primera causa de muerte es la enfermedad cardiovascular. En 2023 murieron 118 mil personas a causa de la obesidad, y el 70% de esas muertes fueron atribuibles a enfermedades del corazón. Eso significa 323 personas cada día”, detalló Vivas La obesidad como enfermedad sistémica Vivas enfatizó que la obesidad no debe tratarse solo como un problema estético o de peso, sino como una enfermedad sistémica que involucra factores metabólicos, inflamatorios, hormonales y conductuales. El sobrepeso y la obesidad no se ven como una enfermedad, y hay que educar a las personas para que entiendan que sí lo son. Se requiere un abordaje integral, con prevención, nutrición, actividad física y acompañamiento psicológico”, subrayó. La educación en salud y la prevención desde edades tempranas —incluso durante el embarazo y la infancia— son claves para reducir la carga de enfermedad cardiovascular en el futuro. Prevención y abordaje integral El tratamiento de la obesidad y la reducción del riesgo cardiovascular debe abordarse desde tres niveles, de acuerdo con Vivas: Prevención primaria: educación y promoción de hábitos saludables desde etapas tempranas, fomentando actividad física y alimentación balanceada. Prevención secundaria: diagnóstico temprano y atención multidisciplinaria en personas que ya viven con obesidad. Prevención terciaria : manejo integral de pacientes que ya han tenido eventos cardiovasculares para evitar recurrencias. Una persona que ya tuvo un infarto o una enfermedad cerebrovascular necesita una intervención más intensiva: medicamentos seguros, acompañamiento médico y terapias que reduzcan el riesgo cardiovascular”, explicó. Un llamado a reconocer la obesidad como factor de riesgo cardíaco La evidencia médica muestra que la obesidad no solo aumenta el riesgo de infarto, sino que acelera el deterioro vascular y cerebral. Los especialistas insisten en que la detección y el tratamiento oportuno pueden reducir significativamente la mortalidad cardiovascular. La obesidad está en el centro de muchas enfermedades: cardiovasculares, metabólicas, renales y neurológicas. Tratarla correctamente es una forma de proteger el corazón”, concluyó Vivas. Contenidos Relacionados: ¿Piernas hinchadas y dolor? Descubre si es trombosis y cómo actuar rápido ¿Trombosis? Reportan más complicaciones de Daniel Bisogno tras trasplante de hígado