Jessica Zamora Ramirez Imagina recibir la noticia de un embarazo , experimentar los síntomas y soñar con el futuro… para luego descubrir que el embrión nunca existió. Esto es lo que ocurre en un embarazo anembrionario o huevo huero , una condición más común de lo que parece y que suele ser causa de pérdida gestacional en las primeras semanas. Conocer por qué sucede, cómo se detecta y qué hacer a continuación puede marcar la diferencia en la salud física y emocional de quienes lo enfrentan. Te puede interesar: La presión alta en el embarazo afecta a la cognición e inteligencia infantil, revela estudio Qué es el embarazo anembrionario El embarazo anembrionario , conocido comúnmente como huevo huero, es una de las causas más frecuentes de aborto espontáneo en el primer trimestre de gestación. Se trata de un embarazo clínicamente detectable en el que el saco gestacional se forma con normalidad, pero no se desarrolla ningún embrión en su interior, explica la plataforma médica Reproducción Asistida . En este tipo de embarazo, el óvulo sí es fecundado por un espermatozoide y logra implantarse en el útero, iniciando el proceso gestacional. Sin embargo, por causas generalmente relacionadas con anomalías cromosómicas o fallos en el desarrollo celular temprano, el embrión deja de evolucionar o simplemente nunca llega a formarse. En palabras sencillas, el embarazo anembrionario es un proceso que comienza de manera normal, pero que no culmina en el desarrollo de un bebé. Te puede interesar: ¿Tuviste cesárea y no puedes dormir? Estudio revela por qué el dolor afecta tu descanso Por qué ocurre un embarazo anembrionario La causa más común detrás de un embarazo anembrionario es la alteración genética en el embrión. Según Mayo Clinic , estas anomalías suelen ocurrir al azar durante la división celular temprana, provocando que el embrión no se desarrolle adecuadamente. Cuando las células embrionarias no logran dividirse ni especializarse de forma correcta, el cuerpo continúa formando el saco gestacional pero sin el contenido embrionario. Durante este proceso, el organismo sigue produciendo gonadotropina coriónica humana (hCG) —la hormona del embarazo—, por lo que las pruebas caseras o de laboratorio seguirán dando positivo, incluso en ausencia de un embrión. Este fenómeno suele producirse en las primeras semanas del embarazo y, en la mayoría de los casos, no tiene relación con acciones o hábitos de la madre, por lo que no debe interpretarse como un fallo personal. Síntomas y señales de alerta En sus primeras etapas, un embarazo anembrionario puede pasar desapercibido, ya que los síntomas suelen ser idénticos a los de un embarazo normal. Entre ellos destacan: Cansancio o fatiga constante. Náuseas o vómitos. Sensibilidad o dolor en los senos. No obstante, con el paso del tiempo, estos signos pueden disminuir o desaparecer debido a la reducción de la hormona beta hCG. Cuando esto ocurre, es común que aparezcan síntomas asociados a un aborto espontáneo, como: Dolor pélvico o cólicos similares a los menstruales. Sangrado vaginal, que puede variar desde un flujo ligero hasta un sangrado abundante. Estos cambios suelen ser el primer indicio de que la gestación no se está desarrollando de manera adecuada. Te puede interesar: ¿Fin a las muertes maternas? La OMS emite guías sobre el control de la hemorragia posparto Diagnóstico: ecografía y niveles hormonales El diagnóstico del embarazo anembrionario se realiza principalmente a través de una ecografía transvaginal, que permite visualizar el interior del útero. En estos casos, el médico observa un saco gestacional vacío, sin rastro de embrión. Generalmente, se recomienda repetir la ecografía una semana después para confirmar el diagnóstico y descartar errores de cálculo en el tiempo de gestación. Si en la segunda revisión continúa sin observarse embrión o latido cardiaco fetal, se confirma el diagnóstico. El proceso diagnóstico se realiza en diferentes etapas: Semana 4 a 5: El saco gestacional se hace visible y confirma que el embarazo ha iniciado. 2 a 3 días después: Debería observarse la vesícula vitelina, un signo temprano del desarrollo embrionario. Semana 7 a 12: En un embarazo normal, es posible detectar el latido cardiaco del embrión mediante ecografía Doppler. Si tras estas etapas no hay señales embrionarias, el especialista concluye que se trata de un embarazo anembrionario. Tratamiento y opciones de manejo La consecuencia inevitable del embarazo anembrionario es la pérdida del embarazo, que puede ocurrir de dos formas: Aborto natural: el cuerpo expulsa por sí mismo el saco gestacional vacío, acompañado de sangrado vaginal y cólicos. Tratamiento médico o legrado: si el aborto no ocurre espontáneamente, el especialista puede indicar medicamentos para inducirlo o realizar un legrado uterino para extraer el contenido de manera segura. Una vez confirmado que no existe embrión, es importante no dejar el saco gestacional dentro del útero, ya que las células pueden degenerarse y liberar sustancias dañinas para la salud. Por ello, la interrupción del embarazo es el paso más seguro para evitar complicaciones. En muchos casos, tras el procedimiento, se realiza un análisis genético del tejido para identificar si existieron alteraciones cromosómicas. Esta información es útil para planificar embarazos futuros y reducir el riesgo de que el problema se repita. Aunque vivir un embarazo anembrionario puede ser emocionalmente difícil, es importante saber que la mayoría de las mujeres pueden lograr un embarazo saludable posteriormente. Según la OMS , más del 85% de las personas que atraviesan esta experiencia logran concebir con éxito en el futuro. Los especialistas recomiendan esperar entre uno y tres ciclos menstruales antes de intentar un nuevo embarazo, además de acudir a consultas médicas para evaluar posibles causas y descartar factores de riesgo adicionales. Contenidos Relacionados: El aborto es salud, no delito Feministas marchan en Querétaro para exigir la despenalización del aborto La presión alta en el embarazo afecta a la cognición e inteligencia infantil, revela estudio