Aunque el X Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) realiza actividades desde hace unos días, esta mañana el rey Felipe VI de España pronunció el discurso de inauguración oficial del evento en el Teatro Municipal de Arequipa. Presentamos el texto íntegro a nuestros lectores:Es un gran honor participar en esta sesión de apertura del décimo CILE (Congreso Internacional de la Lengua Española). Y hacerlo en Perú, en Arequipa, la ciudad blanca donde Mario Vargas Llosa pasó su primer año de vida. Ayer, nada más llegar, visité la casa que fue de su madre y de sus abuelos: la razón por la que, siendo un escritor ciudadano del mundo, nunca dejó de considerarse orgullosamente arequipeño.La idea de paraíso perdido, enraizada en la infancia —a veces, como en el caso de Vargas Llosa, no tanto por experiencia propia como por vía del anecdotario familiar— es común a muchos grandes escritores en nuestra lengua. Es la Sevilla de Machado, de cuyo nacimiento celebramos este año el 150 aniversario, o el Moguer de Juan Ramón Jiménez, o el literario Macondo de García Márquez. Por eso si, como decía Azorín, “vivir es ver volver”; volver a Arequipa tiene mucho de celebración del oficio de vivir y de escribir.En Arequipa estuvimos la Reina Letizia y yo, entonces como príncipes, durante una visita oficial al Perú, y los recuerdos indelebles de aquella ocasión reverdecen hoy con fuerza al reunirnos entorno a este patrimonio inmaterial que compartimos y tanto nos une: la lengua. La lengua como parte nuclear de un todo de la Hispanidad que perdura en el tiempo y que bien puede reforzar nuestras capacidades futuras ante la creciente complejidad del mundo.Es este un lugar idóneo para celebrar la lengua española. Porque nuestra lengua es para nosotros, los hispanohablantes, lo que fue Arequipa para Vargas Llosa: la casa familiar, un espacio de más de 600 millones de hablantes, fértil en comunicación, en ciencia, en creación literaria, en ideas, en proyectos. La casa que hemos levantado entre todos y hoy se nutre de hermandad y de cultura para ese mejor futuro que anhelamos.Este Congreso Internacional de la Lengua Española es testimonio de una lengua pujante, dinámica, punto de confluencia de toda la comunidad hispanohablante y, junto con el portugués, del espacio iberoamericano e iberófono. Un CILE que nos habla, ciertamente, de futuro: de cómo podemos dar a nuestra lengua un enfoque aún más estratégico, que nos ayude a proyectar nuestra voz sobre un panorama global incierto.“Esta reunión es, también —y más allá, incluso, de la lengua— un ejemplo de comunidad de valores: una conversación en torno a lo que une, no a lo que separa. Una valiosa lección en tiempos en que se oye hablar constantemente de competencia, de rivalidad, de desconexión, de resurgimiento de bloques, de intereses y no de cooperación. Desde Arequipa, Perú, y en español, lanzamos al mundo un mensaje de concordia; en este “buen idioma”, que en palabras de Andrés Bello,“es un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes”.Y si contamos con esta gran caja de resonancia, el CILE, es gracias al trabajo incansable y la cooperación de varias instituciones de gran valor y prestigio: del Instituto Cervantes —que ostenta su secretaría permanente—, de la Real Academia Española y de la Asociación de Academias de la Lengua Española, la ASALE; y gracias también a las autoridades e instituciones del Perú, este país hermano que tan generosamente nos acoge en esta X edición. Es el fruto de una preparación intensa y minuciosa, de una firme voluntad por traer el CILE hasta Arequipa, honrando el manifiesto deseo en vida y la memoria de uno de los mayores narradores y ensayistas que han dado nuestras letras, Mario Vargas Llosa; el mismo que —en un pasado congreso— nos animaba a seguir cultivando la enorme riqueza del español con estas palabras: “la lengua que hablamos habla, también, a través de nosotros”. Hagamos de esta riqueza, como obra viva que compartimos, fuente permanente de la cultura y de los valores que nos unen.Tres secciones temáticas vertebran, este año, el programa académico: mestizaje e interculturalidad, lenguaje claro y accesible y culturas digitales e IA. A los tres temas quiero dedicar algunas palabrasEn primer lugar, la interculturalidad: el mapa de las lenguas del mundo es casi infinito; tanto como el mapa de lenguas que existe —en potencia— dentro de cada uno de nosotros. Vivimos en un mundo mestizo. Ninguna lengua nació para ser barrera ni muro; y si alguna vez lo han sido —barreras, obstáculos, impedimentos, imposiciones— es porque las han hecho discurrir por un camino equivocado, que desnaturaliza su función primordial: comunicar.Nunca recelemos de esa dimensión relacional de la lengua, porque es la que le da forma y la hace evolucionar. Ni el español sería como es sin el contacto enriquecedor con otras lenguas —entre ellas, las lenguas originarias americanas— ni estas serían lo que son sin la aportación de la nuestra. Qué bueno sería que esta proyección tan amplia del español sirviera, cada vez más, para potenciar la voz de las naciones hispanohablantes en foros internacionales. En un tiempo en que la diplomacia es tan necesaria, nuestra lengua ha de servir para buscar la paz y procurar el consenso.Me referiré, en segundo lugar, a la claridad. Toda comunidad lingüística es participación y diálogo. En estos tiempos trepidantes, de informaciones inmediatas y no siempre veraces, hay que insistir en la proximidad, la sencillez y la transparencia. La síntesis de ese discurso es el lenguaje claro y accesible.La esfera de lo público incluye a todos los ciudadanos, y eso empieza por el lenguaje. La práctica y la difusión del lenguaje claro contribuirá —estoy seguro— a revertir la desafección de muchos ciudadanos hacia la ‘cosa pública’, como si fuera un arcano del que conviene mantenerse a prudencial distancia.Me consta que las Academias de la Lengua y muchas otras instituciones culturales se esfuerzan en difundir este espíritu, en convertirlo en norma en la comunicación entre poderes públicos y ciudadanos, con especial atención a las personas con discapacidad. Ahí tienen el encomiable trabajo de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro y Accesible, que acaba de celebrar en Lima su segunda convención.Les hablaré, en tercer lugar, de inteligencia artificial, esa revolución en nuestras relaciones sociales, económicas y laborales, en la enseñanza, la investigación. No es el mundo que vivirán nuestros hijos; es ya el nuestro: las tecnologías de la información, la inteligencia generativa, los algoritmos, potencian las capacidades humanas hasta límites inimaginables, pero también nos exponen a riesgos y desafíos.Un papel relevante en ese mundo nuevo debe corresponder, por lógica, a la segunda lengua del planeta en número de hablantes nativos. Sigamos trabajando juntos para que la IA se nutra, también, del español; y de fuentes que ayuden a preservar la calidad, la corrección y la unidad —dentro de la diversidad— de la lengua.Ya lo hacemos cuando adoptamos iniciativas como el “Decálogo ético para una cultura digital panhispánica”, impulsada en el marco de la Red Canoa; o cuando, en el ámbito del espacio iberoamericano, adoptamos una acción estratégica en materia de IA en español y en portugués. Como saben, España ha asumido el mandato de acoger la XXX Cumbre Iberoamericana, en Madrid en noviembre del año próximo: una cita que preparamos con enorme ilusión, para dar un impulso renovado al sistema de Cumbres.Pero muchas cosas, aparte de las ya citadas, pasarán estos días en esta décima edición del CILE, que es ocasión inagotable para encuentros y diálogos, durante las sesiones y al margen de las mismas. Por citar solo alguna de ellas: la exposición Diccionarismos: un recorrido por la historia de los diccionarios en nuestra lengua (RAE y ASALE) ; la presentación del Diccionario Mario Vargas Llosa: habitó las palabras, (Instituto Cervantes): un recorrido emotivo por cien vocablos cargados de sentido, en su vida y en su obra; la presentación de la ingente edición en papel del Diccionario Histórico de la Lengua Española, o de la nueva Poesía Reunida de César Vallejo, el gran poeta peruano, una de las más altas voces de la poesía en nuestra lengua. Les animo a todos a disfrutarlas y aprovecharlas.Señoras y señores, dijo una vez Mario Vargas Llosa, “la vida es maravillosa porque tiene un fin”. Se trata de una frase hermosa en su polisemia: “fin” nos habla de conclusión de un ciclo vital, de lo precioso e irreversible de cada instante, y “fin” es, también, “finalidad”: el objetivo al que debemos orientar nuestras acciones para que tengan sentido, para que contribuyan a mejorar el mundo en que vivimos.Ese es mi deseo para los aquí presentes, y seguro que sería el de Vargas Llosa, si la vida le hubiera alcanzado para vernos reunidos en su ciudad natal: que sigamos haciendo de nuestra lengua un instrumento de progreso, de entendimiento, de prosperidad compartida. Que a ese fin sepamos y queramos orientar nuestros esfuerzos.Así que, con sus palabras —y en la ciudad que lo vio nacer y custodia su memoria imperecedera— permitidme que ponga, yo también, fin a las mías.PCL