No son pocos los ediles de nuestra ilustre ciudad de Pamplona a los que se les llena la boca de su interés por el vecino. Y seguramente sea cierto en todos los casos. Pero tampoco es menos cierto que los ciudadanos no solo no sentimos ese apoyo, sino que nos solivianta recibir un trato injusto. Pero cuantificar la injusticia y el mal hacer de nuestros servidores públicos no es fácil. Pues bien, eso ha terminado.