El estado de Guerrero, marcado desde hace por lo menos dos décadas por un extenso rastro de sangre, captó la atención nacional el pasado 6 de octubre, nuevamente, por un hecho de violencia. Bertoldo Pantaleón Estrada, sacerdote de la Parroquia de San Cristóbal en la localidad de Mezcala, fue hallado sin vida dos días después de que se reportara su desaparición.Las investigaciones del gabinete de seguridad federal apuntan que el cuerpo del párroco fue encontrado con múltiples heridas de bala a la altura del kilómetro 199 de la carretera federal México-Acapulco, cerca de la cabecera municipal de Eduardo Neri.En los días posteriores, las autoridades confirmaron la captura de Miguel Ángel 'N' —sujeto presuntamente cercano al padre Bertoldo— y de un adolescente, a quienes se les investiga como probables copartícipes del homicidio. Sin embargo, el crimen ha desatado más sospechas que certezas.En entrevista con MILENIO, Omar Sotelo Aguilar, sacerdote y periodista al frente del Centro Católico Multimedial, habló sobre los efectos que puede traer consigo la violencia ejercida contra representantes de la Iglesia Católica, pues entre 1990 y 2024 se registraron más de 70 homicidios de integrantes de la institución.¿Cuáles son los efectos de la violencia contra la Iglesia?En su reporte publicado en 2024, el Centro Católico Multimedial identificó que en los últimos dos sexenios han ocurrido al menos 58 hechos violentos contra miembros de la Iglesia, cifra que contempla asesinatos, desapariciones y agresiones de diversas índoles.Para Soleto Aguilar, los homicidios de sacerdotes pueden entenderse como la máxima expresión de esta brutalidad, pues no son actos dirigidos contra una persona en concreto, sino que "atentan contra toda una institución".Al solicitarle que profundizara sobre el impacto de estos crímenes, el religioso apuntó que los sacerdotes cumplen una función de estabilizadores sociales en las comunidades, pues no sólo ofrecen servicios pastorales o espirituales, sino que absorben atribuciones que las entidades gubernamentales han dejado de lado."Ofrecen servicios de salud, protección a derechos humanos, servicios educativos y hasta protección a migrantes. Hacen muchas actividades que incluso el gobierno ha dejado de hacer. Cuando asesinan a un sacerdote, dejan en la orfandad a una comunidady se produce una desestabilización social".Bajo la misma narrativa, Sotelo advirtió que los grupos delictivos suelen percibir a los representantes de la Iglesia como una especie de "competencia", pues cuando las parroquias cubren los mencionados servicios, "impiden que el crimen organizado pueda reclutar jóvenes o cooptar a una comunidad"."¿Por qué quieren callar a estos líderes? Porque en la medida en que el crimen organizado nos mantiene callados, las comunidades viven temerosas y ellos pueden enquistar en ellas la narco cultura, la narco política y la narco economía".Uno de los casos de mayor impacto en años recientes fue el doble homicidio de los sacerdotes jesuitasJavier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, perpetrado al interior de la Parroquia de San Francisco Javier en Cerocahui, Chihuahua.El 20 de junio de 2022, los jesuitas auxiliaron alguía de turistas Pedro Palma, quien era perseguido y amenazado porJosé Noriel Portillo Gil, alias El Chueco, líder de la célula criminal Gente Nueva, emanada del Cártel de Sinaloa.Tal muestra de solidaridad fue tomada por el jefe delincuencial como un motivo suficiente para arrebatarles la vida. El Chueco, ubicado como el principal responsable, fue hallado muerto en marzo de 2023.Asesinato del cardenal Posadas: un parteaguas de la violencia en MéxicoEl 24 de mayo de 1993, un ráfaga de disparos paralizó al Aeropuerto Internacional de Guadalajara y, más tarde, al país entero. El cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, arzobispo en la capital jalisciense, había sido asesinado.Una primera versión señalaba que el religioso habría sido víctima del fuego cruzado entre grupos criminales, pero los exámenes forenses desvirtuaron tal narrativa, pues los 14 balazos que recibió Posadas Ocampo habían sido detonados prácticamente a quemarropa.Otra hipótesis de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) fue que el cardenal había sido confundido por sicarios del Cártel de los Arellano Félix cuando estaban en busca de Joaquín El Chapo Guzmán. Sin embargo, el planteamiento fue puesto en tela de juicio de forma casi inmediata, pues el fundador del Cártel de Sinaloa medía 1.68 metros de estatura, mientras que Posadas era notoriamente más alto y robusto."Al cardenal se le acusó de muchas cosas. Se dijo que fue una equivocación e incluso se le difama diciendo que a lo mejor estaba coludido con ciertas cosas", expresó Omar Sotelo en entrevista con MILENIO.A partir de sus investigaciones, el sacerdote y periodista ha observado una constante en los casos de homicidios cometidos contra representantes de la Iglesia. "Una vez asesinados, se les difama y se dice que estaban en un lugar donde no tenían que estar, que los mataron por mujeriegos, por homosexuales o por pederastas", acusó.Robo de arte sacro: una expresión poco visibilizada de la violenciaUno de los hallazgos de la Unidad de Investigaciones Especiales del Centro Católico Multimedial es que 42 por ciento de los ataques contra sitios religiosos son atribuibles a "profesionales del crimen organizado especializados en el robo de arte sacro".Datos que el académico Javier Martínez Burgos, de la Facultad de Arquitectura, compartió con la Gaceta UNAM advierten que este ilícito tuvo un notorio incremento a partir de la década de 1990 como una vía de financiamiento para los grupos dedicados al narcotráfico."El crimen organizado utiliza todos los recursos necesarios para engrosar sus filas y hacen uso de cualquier tipo de artimaña. El arte sacro de las iglesias es muy valorado no sólo en México, sino en diferentes partes del mundo. El mercado negro está muy activo", destacó Sotelo durante la conversación con este medio.Desde 2009, el entonces magistrado Jaime Allier Campuzano advirtió que la falta de inventario y clasificación de las más de cuatro millones de piezas religiosas que existen en el país propicia el tráfico ilegal de este tipo de arte, lo que resulta en "una mutilación irreparable a la riqueza cultural".¿El ambiente de violencia puede disuadir a seminaristas de convertirse en sacerdotes?Hacia el final de la charla con esta casa editorial, Omar Sotelo rememoró una de las visitas que realizó a la Diócesis de Ciudad Altamirano, distrito religioso en Guerrero que ha experimentado el asesinato de al menos tres sacerdotes: Habacuc Hernández Benítez (2009), Joel Román Salazar (2013) y Gregorio López Gorostieta (2014)."Los seminaristas nos platicaban que sienten temor por la situación de violencia que se vive en torno a su localidad. Sin embargo, muchos de ellos manifestaban que estaban puestos para seguir adelante". En muchos casos, según las palabras del padre Sotelo, el ambiente hostil representa un incentivo de valentía para quienes aspiran a ejercer el ministerio sacerdotal.BM.