Ni sorpresa ni escándalo. Desde hace medio siglo se presenta la misma escena con un toque tragicómico, bufonesco. No hay punto medio en la percepción. Trepados en el carrusel de la montaña rusa, ante un triunfo o empate intrascendente, brotan los gritos de euforia a manera de festejo carnavalesco, acompañados de danza y estridencia de trompeta, y el cambio instantáneo a los lamentos de un velorio ante el resultado adverso. La Selección Mexicana nunca ha sido potencia futbolística y, en el filtro del tiempo, no se manifiestan cambios sustanciales desde su debut en 1930 ante Francia, cuando perdió por idéntico score de 4-0 al que le acaba de encajar Colombia. Se cumplen 95 años de viajes al extranjero sin que alcancen el famoso quinto partido en mundiales. No se pretende decir que no haya progresado, sino que sigue casi en niveles semejantes en relación con las oncenas de alta clase y jerarquía. Cualquier conocedor lo sabe desde hace décadas, no es lo mismo medirse ante un equipo competidor, con el antecedente superior de Colombia de haber llegado a octavos de final en Rusia 2018, sin grandes variaciones en el reloj biológico, que los empates “gloriosos” ante Corea del Sur y Japón que, tras cruzar el Pacífico, se ven disminuidos físicamente. Hay quienes toman esos juegos como índice de calidad; más que error, es un yerro. Un segundo punto es que el futbol en México se sigue apreciando al través de un prisma social y crematístico. Tanto la Sub 20 como la Selección pierden el tono muscular por la falta de condición física después del minuto 60, además de deficiencias técnicas, estatura y peso corporal. En el núcleo del futbol es común rechazar argumentos en apego a la regla de la excepción. Es todo un conjunto. Después del 60’ no corren con la misma rapidez —después de 60’, los partidos en Europa empiezan en fase de lucha decisiva, donde la condición física juega un papel esencial—, los reflejos se reducen y no tocan el balón por microsegundos en instantes clave. Claro, estas afirmaciones son refutables. Pero con reloj en mano sería muy diferente. Igual: ¿cuenta México con un jugador con la potencia de Luis Díaz ? También esto es medible. El futbol debe observarse desde los estadios de condición física, técnica, estrategia, madurez agonal. Las selecciones de futbol son el reflejo de todo un sistema deficiente que se trasmite por décadas por los entrenadores mexicanos; han creado con los propietarios de equipos una colosal estatua crisoelfantina y plata con piernas de barro. Habría que empezar primero por reconocer que su nivel es de segunda clase baja. Se hace necesario cambiar el lenguaje y la visión tendenciosamente subjetiva. Los jilgueros tras la igualada con Ecuador ya ven, en tres, cuatro días (¡?), mejoría (¿?), personalidad (¿?), actitud (¿?), mentalidad triunfadora (¿?), de nueva cuenta a sembrar falsas esperanzas. El futbol mexicano es el menos indicado para hablar de mentalidad triunfadora; 95 años de estallarle el cohete en la cara. Columnista: Arturo Xicoténcatl Imágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0