Fundador de Spotify se retira del escenario

“No creas una compañía musical si crees que vas a ser inmensamente rico”, declaró Daniel Ek al Financial Times.Pero, aun así, sucedió. Ek fundó la plataforma de streaming de música Spotifyen 2006, cuando tenía 23 años y era un ingeniero de software que trabajaba en una “pequeña oficina improvisada” en Estocolmo. Tardó cinco años en convencer a los ejecutivos de la industria musical estadunidenses de que le permitieran lanzar el producto en Estados Unidos (EU), una decisión que transformó el negocio. Hoy, el cofundador de Spotify tiene una fortuna de 9 mil 600 millones de dólares (mdd), de acuerdo con Bloomberg.A principios de mes, Spotify anunció que Ek dejará su cargo como director ejecutivo en enero del próximo año. Lo van a reemplazar dos lugartenientes veteranos, Alex Norström y Gustav Söderström, que trabajan en la compañía desde hace unos 15 años.Las sucesiones en el sector de medios suelen estar llenas de drama e intrigas en la junta directiva. Pero eltraspaso de Spotify fue sorprendente por su previsibilidad. Las figuras de alto rango de la industria de la música, que trabajan estrechamente con la compañía, no se sorprendieron en absoluto.“Lo presentíamos desde hace tiempo”, dice un alto ejecutivo de una importante compañía discográfica. “Ha estado impulsando a esos tipos cada vez más hacia el frente”.Por qué se retira del escenarioAl nombrar a sus leales adjuntos, Ek mantendrá su control sobre la compañía que él definió durante dos décadas. “Son como clones de él. No son fundadores, sino el mismo tipo de suecos. Son personas en las que confía y que, en última instancia, podrá controlar”, añade el ejecutivo.Un antiguo ejecutivo de Spotify señala que “culturalmente”, la compañía “siempre será muy sueca y estará dirigida por suecos”.Ek, por su parte, dice que no irá muy lejos. En una llamada con analistas, prometió mantener una oficina junto a sus sucesores. Con los empleados, se comprometió a seguir “profundamente involucrado”.Aun así, el anuncio marca el final de una era en la que Ek revolucionó la industria de la música. Compitiendo con Apple, Amazon y Google, gigantes de tecnología mucho más grandes que Spotify, ganó la batalla por el dominio del mercado del streaming musical.“Tal vez la razón por la que los venció a todos fue porque se mantuvo fiel a sí mismo”, dice el antiguo ejecutivo de Spotify, quien colaboró ​​estrechamente con Ek.Autodenominado introvertido, Ek nunca abrazó el glamour de la escena de fiestas del sector de la música, incluso cuando se convirtió en uno de sus titanes. “Lo importante para él era ser una compañía sueca exitosa y una empresa europea, y triunfar”, dice el ejecutivo.Inevitablemente, Ek se ganó algunos enemigos por el camino. Este año, la cantante islandesa Björk calificó a Spotify como “probablemente lo peor que les ha pasado a los músicos”. Y Taylor Swift, algo que fue muy conocido, retiró su catálogo de la plataforma, lo que llevó a Ek a realizar “muchísimos” viajes a Nashville para convencerla de que volviera. Ek creció en Rågsved, un suburbio obrero de Estocolmo. Estaba obsesionado con la música y las computadoras. Consiguió su primera guitarra a los cuatro años y su primera computadora a los cinco.A los 14, dirigía un negocio de creación de páginas web. Aprendió inglés por su cuenta viendo MTV, con lo que adquirió un acento sueco-estadunidense, y pasaba horas grabando canciones de la radio.A los 16 años, diseñaba páginas web y ganaba más que sus padres. Rechazaron una solicitud de empleo en Google por no tener un título universitario, así que, en su propia versión de rebeldía adolescente, decidió competir con la empresa. Fundó Advertigo, una compañía de mercadotecnia en línea, que finalmente vendió en 2006.Después de convertirse en millonario de la noche a la mañana, Ek compró coches de lujo y llegó a rociar champán en discotecas. Pero esto le dejó una sensación de vacío. Ese mismo año, cofundó Spotify.Ek tiene dos hijos con su esposa, Sofia Levander, una periodista sueca a la que conoció cuando ella se le acercó en un restaurante para una entrevista. Después, ella le envió un correo electrónico “sobre lo grosero que era y lo engreído que era y cosas así, y eso despertó mi interés”, dijo.En cierto modo, Ek evoca a Silicon Valley, con sus jeans, tenis y su discurso grandilocuente sobre cambiar el mundo. Pero su perspectiva sigue arraigada en Europa.En los últimos años, centró su atención en temas que van más allá de la música. Aficionado de toda la vida del Arsenal, intentó sin éxito comprar el club de futbol en 2021. En 2020, lanzó una firma de inversión, Prima Materia, para respaldar a empresas que abordan lo que él llamó “los problemas más difíciles de la sociedad”.A través de ella, invirtió dinero en Helsing, una compañía alemana de inteligencia artificial para defensa, lo que generó críticas de algunos artistas y usuarios de Spotify. Esta semana, el grupo de electropop nominado al Grammy, Sylvan Esso, anunció que retiraría su música de la plataforma, acusándola de financiar “máquinas de guerra”.Ek le resta importancia a estas críticas. “Estoy 100 por ciento convencido de que esto es lo correcto para Europa”, declaró al Financial Times en junio.A diferencia de algunos de sus colegas de Silicon Valley, Ek no asistió a la toma de protesta de Donald Trump. Sin embargo, Spotify donó para la ceremonia y patrocinó un brunch en Washington al que asistieron figuras de la derecha, como el comentarista Ben Shapiro y el podcaster Tim Pool. El director ejecutivo de Meta, Mark Zuckerberg, invitado a su boda en 2016, es un amigo cercano.Ek seguirá siendo presidente ejecutivo de Spotify, un cargo que, según insiste, será más que meramente protocolario. “En Europa”, recordó a los inversionistas esta semana, “un presidente es alguien muy activo en el negocio”.Después de 20 años, apuesta a que mantenerse en un segundo plano le permitirá mantener el control.JLR