Poza Rica, entre el optimismo y la urgencia por limpiar

La señora Juanita Maldonado y Claudia Arteaga, vecinas de la colonia Los Laureles, se miran, se abrazan, sonríen y bromean; tienen un humor que en los últimos días ha escaseado en las zonas inundadas de Veracruz.Pese a que numerosas colonias de Poza Rica, en Veracruz, cumplieron este jueves una semana sumergidas en el lodo de las inundaciones provocadas por las lluvias del jueves y viernes pasados, entre ellas y sus vecinos hay un optimismo creciente porque su calle, Cedros, comienza a regresar a la normalidad luego de que elementos de la Marina lograron retirar todo el lodazal y se llevaron las montañas de muebles destruidos que se habían acumulado. Es una de las primeras calles que se ven limpias. “¡Estamos vivas!”, dice Claudia Arteaga mientras abraza a la señora Maldonado.“Bendito sea mi Dios. Y a toda la gente que nos ha ayudado, tanto la Marina como los vecinos, como la gente que nos ha venido a dar de comer. De muchos lugares circunvecinos han venido, nos han dado despensas, para la gloria de Dios, estamos bien”, dice Maldonado.“Estamos contentas”, remata doña Claudia.Comparten y contagian un buen humor que es escaso en los últimos días en las calles de Poza Rica y de Álamo, ciudades veracruzanas que fueron azotadas por los desbordamientos de los ríos Cazones y Pantepec, respectivamente, y que estos días siguen, en su mayoría, bajo el lodo.La señora María del Carmen Cruz, presidenta del fraccionamiento Los Laureles, también luce sonriente a pesar de que todos los muebles del primer piso de su casa quedaron inservibles.“Nos levantaremos”, asegura.Elementos de la Marina recorren desde hace días las calles ayudando a sacar de las casas los muebles pesados que hayan quedado inservibles por el agua y el lodo; también “barren”, con grandes trozos de madera armados como si fueran un jalador gigante, los litros y litros de lodo que obstruyen el paso a las casas y hacen que la gente se resbale. Verlos trabajar pone de buenas a las personas. Se sienten apoyadas, resguardadas. Les dan las gracias. Saludan con la mano al verlos pasar.Pero ese optimismo no lo comparten en la colonia Lázaro Cárdenas, que está cercana. Ahí no hay todavía calles limpias. Ahí la gente sigue “chapaleando” en el lodo, molesta, harta del fango y de la basura que no parece tener fin.“Es interminable. Nadie jala de acá, nadie nos saca el lodo. Los carros pasan como si estuvieran en autopista y nos lo vuelven a regresar. Allá llega a 30 centímetros el lodo, en todo el patio”, dice Mayra Ramos, mientras intenta infructuosamente desalojar el fango de su patio, que, por estar a desnivel, complica la expulsión del lodazal. En esa colonia, las montañas de colchones, sillones y refrigeradores siguen creciendo. Este jueves, 140 elementos de la Marina llegaron a reforzar el operativo para dar atención a los vecinos de la colonia Lázaro Cárdenas.Junto a ellos, también trabajan trascabos y camiones de volteo para empezar a recoger los desechos. Pero sigue pareciendo insuficiente. A la gente ya le urge la limpieza.Alejandra Ramírez cuenta que mucha gente se ha lastimado los pies con clavos o fierros escondidos entre el lodo o se ha raspado sacando sus trastes y sus muebles, que tienen que andar con cubrebocas porque las partes en que se seca el lodo, se hace polvo sucio, y que tienen que lavarse las manos con cloro y alcohol para evitar enfermedades.Sus miedos son fundados. La mayor parte de las atenciones que el personal sanitario de la Marina ha dado es por lesiones.“Heridas en pies, en manos, por la carga de todos los desechos”, dice la teniente Margot Montejo, que desde la semana pasada recorre en ambulancia las zonas afectadas por las inundaciones en Veracruz.Y advierte del riesgo de infecciones oculares y respiratorias por el lodo. “Aparte, puede haber leptospirosis, entonces, sí hay que estar protegidos”, recomienda.EHR