La espiral etérea de Magali Lara

Desde la explanada del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM se alcanzan a ver, a través de los ventanales, figuras de gran formato, trazos negros sobre los muros. Pétalos inmensos, formas de vida orgánica, pienso. Me acuerdo de las palabras de la poeta Carla Faesler: “Mi idea de extraterrestre es por supuesto una flor”.Sobre todo en esa parte de la exposición donde “gran formato” significa poseer altos muros encuentro algo alienígena en la obra de Magali Lara, algo que llega de galaxias lejanas y que invita al viaje. Esa puede ser la experiencia al entrar en las salas que albergan las obras completas —por usar un símil literario— de la artista, un trayecto que abarca sus primeros dibujos de 1980 hasta murales pintados expresamente para esta exposición. 50 años.En la información que el MUAC aporta se lee que se trata de una retrospectiva inversa, de ahí viene el nombre: Cinco décadas en espiral. Una espiral, de acuerdo con la definición de la RAE, es: Curva plana que da indefinidamente vueltas alrededor de un punto, alejándose de él más en cada una de ellas.Esta imagen permite al espectador entrar en un tiempo en movimiento, donde Magali ha trabajado con el cuerpo —¿el punto?— como memoria, la más feroz quizá, y ante las paredes más altas, más aparentemente inalcanzables, se pregunta “¿De qué tamaño es lo monumental? ¿Dónde empieza lo nimio?”***Una obra atravesada por el lenguaje literario. Es fascinante ver lo que la palabra poética hace estallar en su proceso creativo. La piel son nubarrones negros son palabras del escritor noruego John Fosse y es también el nombre de una de sus obras. O este otro título: “Toda historia de amor es una historia de fantasmas”, frase de David Foster Wallace. Desde hace varios años Magali trabaja en colaboración —o quizá sea mejor decir, en conversación— con la escritora Carmen Boullosa, en exploraciones donde me interesa su reescritura, su redefinición de la identidad, la singularidad de la mirada de dos mujeres viviendo, acompañándose en la vida y en la creación artística.Otro momento muy interesante es la exploración del linaje materno, visible en el ejercicio de descomposición y recomposición de los bodegones que la abuela y la madre de Magali pintaban.En el catálogo de la exposición se dice que Magali quiso ser escritora. Ella afirma: “Quería armar historias, pero no quería ser escritora porque me interesaba que el narrador fuera el cuerpo, el mío, que es un perfecto desconocido”. Como nos es desconocido el universo sobre nuestras cabezas, allá donde una estrella puede morir sin que su luz se extinga en nuestros ojos. Ante la obra de Magali, nuestros cuerpos, colonos de un mundo de materia y formas bien establecidas, se adentran en una narrativa asombrosa, impredecible. View this post on Instagram A post shared by MUAC - UNAM (@muac_unam) Magali Lara no se convirtió en escritora, pero la escritura está en ella. Sobre el papel o el lienzo abre una página para llegar por un camino paralelo al corazón de la obra. El catálogo de la exposición (disponible en línea de manera gratuita) incluye un generoso texto de la artista en el que reflexiona sobre lo que ha significado la posibilidad de la palabra literaria en su trayectoria, asocia la dificultad con el deseo de escribir. Dice: “Si yo pude construir una narrativa visual en la que el mundo de las imágenes y el texto resultaran si no contradictorios, sí en tensión, fue porque de alguna manera me permití habitar mis propios obstáculos”.Las texturas y matices de algunas de las voces poéticas que cobijan su pensamiento e impulso artístico son poderosas.“Sylvia Plath, Denise Levertov, o Boullosa y Gloria Gervitz en México (...). Todas ellas rompían con los mandatos de la literatura y creaban formas que permitieran la entrada a eso otro, arrinconado por pertenecer a la vida cotidiana, a lo femenino y al mundo de los cuidados y de los afectos”. Esta reflexión sobre la situación de las mujeres artistas en un contexto que tiende a restringirlas es amplificado en el ensayo, incluido en el catálogo, de Maggie Borowi; la ruta de navegación feminista enriquece la apreciación de la obra de Magali Lara.Son 50 años de una artista enorme, este es el momento para celebrarla.AQ / MCB