Siameses Company: un danzón sobre una corcholata

Hay libros inclasificables, renuentes a los moldes de la industria editorial y a las etiquetas de la crítica literaria o de arte. Bipolaridad visual de Siameses Company, de Marisa Lara y Arturo Guerrero, Los Siameses, pertenece a esta estirpe. Es una memoria, pero también una filosofía, es un anecdotario y una exposición de principios, es ligero y profundo, es asimismo un elocuente testimonio de amor entre dos personas que hace más de cuarenta años, sin trámites ni contratos, decidieron ligarse en una ejemplar siamesitud artística que los ha llevado por el mundo, al que han pretendido unir —y a veces lo han logrado— con el hilo rojo de sus insólitos y recordados performances.En este libro —editado por ellos mismos— Los Siameses cuentan su historia, que comenzó en los años ochenta y que ha superado todo tipo de obstáculos, desde la pobreza hasta la incomprensión, además de: “Dos inundaciones, dos terremotos, un asalto, el delirante absurdo burocrático, el desplome de un árbol, abatimientos personales, pandemia, pérdidas de seres amados y moradas averiadas…”.Bipolaridad visual de Siameses Company, escriben Los Siameses: “Contiene trashumancias, ficciones y divagaciones sobre el arte, crónicas culturales y también revelaciones, desobediencias, confesiones y relatos íntimos”. Se autodefinen “luchadores enmascarados, gladiadores por el arte” y reiteran su “complicidad humana y creativa construida durante mucho tiempo”. Un tiempo que comenzó cuando, siendo estudiantes, se conocieron en la antigua sede de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, en la colonia Guerrero, barrio presente en su obra a través de lugares como el Salón Los Ángeles.Integrado por pequeños textos, cada uno con una ilustración representativa, además de algunas fotos de Los Siameses, el volumen, de 166 páginas, expone el trabajo interdisciplinario y multidisciplinario de los autores, habla de su irremediable complicidad y del “renacimiento constante, con el espejo de la otredad, el doble y el tema del amor creativo”.En el capítulo “Breviario de desobediencias”, por ejemplo, Los Siameses recapitulan sobre su permanente insubordinación a los mandatos, opiniones o costumbres de los demás. Van dos ejemplos: “Nos leyeron las reglas del amor, pero inventamos nuestra propia gramática amorosa en el encuentro de dos libertades. Romper normas es nuestra especialidad” y “Nos pidieron aplausos para el poder, pero nunca hemos tenido tiempo para lisonjas y no podemos evitar quedarnos dormidos en los discursos de retórica oficial”.Admiradores, conocedores, estudiosos de la cultura popular, Los Siameses fueron los primeros artistas en interesarse en la lucha libre, los salones de baile, los espectáculos en zonas marginales, esto los amistó con Carlos Monsiváis. A él lo llevaron a conocer a Pedro Infante en una vecindad de la Guerrero y a una función de lucha libre en Iztapalapa en una arena que era también taller mecánico y en donde toda la familia trabajaba de milusos. Fue precisamente Monsiváis quien por escrito le dijo: “Su siamesitud me asombra, me conmueve y ganas me dan de bailar abrazado con ustedes, un danzón sobre una corcholata”.Además de Monsiváis, otros grandes intelectuales y críticos, como Raquel Tibol, Teresa del Conde y Elena Poniatowska, se han ocupado del trabajo de Los Siameses Arturo Guerrero y Marisa Lara, o Martizin y Arturótl, como también son conocidos, un trabajo de más de cuatro décadas con el que han dejado una huella imborrable en el arte mexicano.Informes para la adquisición del libro:artedos@siamesescompany.comwww.siamesescompany.comAQ / MCB