“¡Hey!, ése se parece a Boy George”, le dije al make up artist James Anda, infausto sobrino de la actriz Lilia Prado. “No se parece. Es Boy George”. Era febrero de 2003 y estábamos en un gran sótano de un edificio del este de Londres en Cash Point, una serie de fiestas en las que los asistentes se “producían”. Lo que interpreté como “disfraces” resultó una noche de outfits “propuesta” (no sé cómo llamarlo). Y ahí estaba yo, entre varones maquillados y con pelucas de tribunal, y bellas chicas que parecían de pasarela. El simple hecho de ver a Boy George me regresó de golpe a los años 80. La figura del cantante de la banda Culture Club resultó un icono de MTV con el éxito Karma Chameleon . Esta semana me volví a meter al túnel del tiempo tras el anuncio de que MTV, tal como lo descubrimos, dejará de transmitirse a fin de año. Y sí, eran los 80, la mejor de las décadas, la peor de las décadas. Entre Radio Éxitos, Don Gato y su pandilla , la final América-Chivas (¡la única!, ¿pues no que son los dos grandes del futbol mexicano?), Fernando Valenzuela, Mano Santa Guerrero, Mike Tyson, la rivalidad Lakers-Celtics, la Heavy Metal Mania , el Muro de Berlín, Cuba (¡ay, Cuba!), las secuelas de la guerra sucia mexicana, la administración de la abundancia (que sólo se logró para los que gobernaban), la cadena de supermercados De Todo, los horrendos tenis blancos para las clases de educación física, en fin. En ese contexto, MTV llegó como fayuca para poner al videoclip en el centro de la discusión. En las reuniones familiares, los adultos discutían sobre la fortuna que ya generaba Michael Jackson no sólo por su talento para cantar y bailar, sino por sus videos, auténticas producciones dignas de película, en especial el de Thriller . Take on Me , de la banda noruega A-ha, debe estar entre los más bellos ejercicios audiovisuales que hayan surgido. Madonna, The Pointer Sisters, Duran Duran, The Police, Blondie, Mötley Crüe, Guns N’ Roses… todas las disqueras querían que sus artistas tuvieran su video para maximizarlos. Los programas se grababan en casetes Beta o VHS que corrían de mano en mano en secundarias y preparatorias. El canal invitó como presentadores a gente de la talla de Wendy O. Williams, cantante de Plasmatics, y al guitarrista sueco Yngwie Malmsteen, anfitrión de Headbangers Ball . En los años 80, ver MTV era escuchar con los ojos. Había bloques de videos todo el día, segmentos con bandas, entrevistas con VJ’s (los video jockeys, decididos protagonistas), y programas como Remote Control (el primero no musical y el primero de concurso del canal, me entero al momento de escribir estas líneas) y los cortes de MTV News con el hoy octogenario Kurt Loder. En algún momento se lanzó un comercial en el que la muerte toca una puerta. Un joven atiende el llamado sólo para enterarse de que le llegó la hora que a todo el mundo le llega. “Pero estoy viendo MTV”, contesta el muchacho, así nomás. “Ok, entonces regreso cuando acabe”, responde la flaca, como concediendo una última voluntad, seguido del banner: “MTV transmite 24 horas al día”. Más tarde vinieron MTV Unplugged, MTV Latinoamérica y caricaturas como Beavis and Butt-Head , par de idiotas pasados por héroes de su tiempo. Pero si cayó el Imperio Romano, nada ni nadie se salva del declive. La tecnología fue el Waterloo de MTV. El cambio en los hábitos de consumo, particularmente con YouTube y TikTok, los últimos clavos del ataúd. Hoy más que nunca el instante de eternidad es todo. Se comparte y se desecha en segundos. La nostalgia es un pedazo de solera al rojo vivo. Terminará oficialmente una era, pero MTV dejó de ser parte esencial de sus audiencias originales. Como tantos negocios, no supo adaptarse y acaso vio con sospecha a las nuevas generaciones. Columnista: Fernando Islas Imágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0