Vito Quiles, la ultraderecha global y la universidad como objetivo: "Nada es casual, es una estrategia compartida"

El 'tour' de Quiles es la versión española de una táctica que los ultras replican por doquier; de Washington a Buenos Aires, pasando por Madrid o Budapest, la universidad se considera el bastión de todo lo que la extrema derecha odia: el conocimiento experto, las investigaciones sobre cambio climático o el género El 'tour' universitario de Vito Quiles que ha acabado en disturbios: “El conflicto, no la charla, es el verdadero evento” La universidad es el último campo de batalla para la ultraderecha global . El tour de Vito Quiles por varios campus españoles en las últimas semanas es el ejemplo más reciente, con su toque “cutre” a la española, de cómo funcionan estas redes, donde nada es fruto del azar. El agitador Quiles no se levantó un día y decidió motu proprio que tocaba ir sembrando odio por centros públicos de todo el país. Sus acciones están inspiradas, él mismo lo admite, en Ben Shapiro, comunicador e ideólogo ultra estadounidense, o el activista asesinado Charlie Kirk . Los pasos se miden, las estrategias se comparten y las acciones se copian de un lado a otro del globo. De Washington DC a Budapest, pasando por Buenos Aires o Madrid, (casi) todo lo que hace la ultraderecha mundial tiene un porqué, cuentan quienes analizan estos fenómenos. “Puede ser un ejemplo un poco cutre, pero también es una muestra del nivel de interrelación que hay en la ultraderecha global, que no existía hace años”, comenta Guillermo Fernández Vázquez, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) especializado en el estudio de las derechas radicales europeas, en alusión al tour de Quiles, suspendido por él mismo cuando se encontró a unos cuantos centenares de jóvenes antifascistas dispuestos a confrontarle en su último acto , en la Universidad de Navarra . Los grupos ultras están más activos que nunca. “Hay que tener en cuenta que en este momento la derecha radical es la familia ideológica más dinámica y coordinada. Más que la socialdemocracia, la democracia cristiana o los ecologistas. Se ve en el número de eventos o cumbres que les reúnen cada año. Es ahí, en esa coordinación, donde nacen este tipo de réplicas o estrategias”, elabora el también autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa , el caso del Frente Nacional (Lengua de Trapo). “Nada es casual” Y dentro de esa agenda global la universidad siempre ha estado en el punto de mira. “No es nada casual, responde a una estrategia compartida por todo el espectro nacional populista de extrema derecha, y es poner el punto de mira las universidades como bastión del conocimiento experto. Como lugar del que salen las investigaciones del cambio climático, los estudios sobre género, etc.”, sostiene Jesús Casquete Vadallo, profesor de Historia del Pensamiento de la Universidad del País Vasco y autor del libro Vox contra la Historia (Pensamiento Crítico) . Para estos grupos la universidad “está colonizada por la izquierda”, dice Fernández, y es justo ahí donde hay que dar la batalla. Así empezó Ben Shapiro primero y luego el movimiento Turning Point, que fundó Kirk y con el que iba de campus en campus para ganar adeptos denunciando el supuesto sectarismo de las universidades. El mismo presidente de EEUU, Donald Trump, explicó el argumentario en pocas líneas el pasado mes de octubre: “Durante la mayor parte de nuestra historia, las universidades estadounidenses han sido un gran activo estratégico para EEUU. Trágicamente, sin embargo, gran parte de la educación superior se ha desviado de su propósito y ahora corrompe a nuestra juventud y a la sociedad con una ideología woke , socialista y antiamericana que justifica prácticas discriminatorias, inconstitucionales e ilegales por parte de las universidades”, escribió en la red Truth Social . Trump se refiere a las políticas de integración de minorías raciales y de diversidad sexual, a los programas de estudios y los criterios de contratación. Y lo que ha decidido ha sido asaltar la autonomía universitaria y usar las protestas propalestinas para acusar a los centros de antisemitas y dictar recortes de fondos públicos y multas, así como imponer un ‘contrato’ para recuperar la financiación federal a cambio de que las universidades se plieguen a la agenda política y cultural ultra del presidente de EEUU. En España los ultras (Vox en el espectro político, HazteOir y otras organizaciones en el social) no tienen la capacidad de intervenir, pero sí de extender el discurso, de ganar adeptos. Quiles tampoco tiene la retórica de Kirk, ni siquiera intenta debatir como sí hacía el estadounidense, para él “el verdadero evento es el conflicto, no la charla”, analiza Ignacia Perugorría, socióloga y profesora en la Universidad del País Vasco. Y esa, la búsqueda del conflicto como único fin, es la razón por la que las universidades están rechazando los actos de Quiles, aunque él los presente como censura ideológica. La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) explicó en un comunicado que el activista solo busca con sus acciones una agitación “previa y premeditada” y recuerda que los campus son “espacios de conocimiento, libertad y convivencia”. Unos argumentos similares a los que utilizó la Universidad de Navarra (UNAV) para negarle su presencia: “La Universidad de Navarra es un espacio de pluralismo, diálogo, controversia y discusión de ideas, en el que no tiene cabida el activismo político o intereses personales”, explicó el centro . La UNAV difícilmente encaja la calificación de “izquierdista” que suele hacer Quiles: pertenece al Opus Dei. De Kirk a Quiles Kirk, inspirador de Quiles, era un comentarista que dejó los estudios para centrarse en el proselitismo ultra por las universidades y las redes sociales. E hizo fortuna. Hasta tal punto, que Trump le reconoce que fue clave en su última victoria electoral por su potente penetración entre los jóvenes, un segmento de población que no necesariamente se moviliza en los procesos electorales, pero que cuando lo hace puede resultar decisivo. Y así fue en el pasado 4 de noviembre de 2024. Kirk recorría los campus universitarios, como el de Utah en el que fue asesinado, discutiendo, debatiendo y predicando unos valores derechistas en territorio inicialmente hostil. Kirk, como Trump, sabían que las universidades suelen ser bastiones demócratas. Y en ese contexto creó la principal organización política juvenil del país. Eso mismo, explican los analistas, trata de conseguir Quiles en España, aunque con sus peculiaridades. Kirk es su inspiración, pero no su modelo. El modus operandi de Quiles (plantarse en una universidad sin permiso y que, consecuentemente, no se le deje realizar su acto) difiere del activista asesinado o el de Shapiro. Estos pedían permiso, debatían. Al agitador español el conflicto, ser rechazado, le sirve para “reforzar la idea de que la izquierda es enemiga de la libertad, del pensamiento, de la expresión. Con Quiles se quiere comunicar o extender la idea de que en la izquierda son contrarios al pensamiento libre y potencialmente autoritarios”, explica Fernández Vázquez. “Es delirante”, valora. “Hablan de la universidad como si no hubiera facultades de humanidades o ciencias sociales dominadas por ideas conservadoras o neoliberales, como a ellos les gusta. No van a las facultades de Económicas o de Ingeniería, o a un montón de facultades o universidades que le abrirían las puertas de par en par, como el CEU o Icade. Tiene muchos más espacios universitarios para hablar ahora de los que ha tenido alguien en los últimos 50 años”, argumenta. Y de Aguirre a Milei “La disonancia cognitiva que generó el lavado de cerebro en la educación pública es tremenda”. Esta frase la podría haber dicho Trump, Abascal, Díaz Ayuso en España o el presidente húngaro, Viktor Orban. Pero lo hizo Javier Milei, presidente de Argentina y otro de los habituales en los congresos ultras que sigue la estrategia al dedillo. Milei empezó su batalla contra las universidades mucho antes de convertirse en presidente . Durante la campaña electoral de 2021 en la que ganó una banca en la Cámara de Diputados, ya proponía implementar un sistema de vouchers para arancelar las universidades, ya sean de gestión pública o privada. El argumento no era muy diferente al que han utilizado Esperanza Aguirre o Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid para justificar el cheque-guardería o el cheque-Bachillerato : la libertad de elegir y la sabiduría del mercado: promover la competencia y, por tanto, una mayor calidad. Para Milei, como para muchos de los líderes de la ultraderecha, la universidad es un foco de resistencia intelectual. Los claustros se convierten entonces en “claustros marxistas” y los profesores son “la casta”. Cuando intentaba desmantelar el Conicet (el organismo de investigación científica, equivalente al CSIC español), Milei lo dejó claro: “No me gustan las aplicaciones a todo lo que tiene que ver con las ramas sociales. Lo único que hacen es favorecer a parásitos que escriben a favor del Estado y en contra de la gente”. Como en EEUU, donde el profesorado que denuncia esta violencia está huyendo del país ante las amenazas que recibe, diputados del partido de Milei, La Libertad Avanza, alientan a ‘escrachar’ en redes sociales a los profesores que consideraran “zurdos adoctrinadores”. ¿La consecuencia? Una profesora sufrió un ataque en su domicilio tras haber discutido con activistas libertarios en la Universidad de Buenos Aires, después de que el vídeo fuera difundido junto con sus datos personales. En España, Javier Negre, supuesto periodista y creador del medio Estado de Alarma (EDATV) señaló públicamente al rector de la Universidad Pablo de Olavide, Francisco Oliva, por negar un acto a Quiles dentro de su tour. “Si lo ven, se lo recuerdan educadamente”, escribió junto a una foto del dirigente. Del desprestigio al desmontaje Establecida la universidad como uno de los grandes enemigos, el siguiente paso es desmontarla. De nuevo, de Buenos Aires a Washington DC las estrategias se repiten. En este caso, el presidente húngaro, Víktor Orbán, fue de los primeros en actuar y otros han seguido sus pasos con más o menos entusiasmo. El mandatario ultraconservador empezó atacando a la Universidad Centroeuropea (CEU) de Budapest, fundada por George Soros, por difundir lo que llamaba “ideología de género” hasta que consiguió prácticamente echarla del país para asentarse en Viena. Siguió con las demás, que fue traspasando a fundaciones privadas, hasta convertir los campus públicos en una rareza en el país: apenas quedan cinco . En EEUU por el momento no han ido tan lejos. Pero su agenda marca prioridades. Trump dejó claras las suyas cuando eligió confrontar con las grandes universidades del país como una de sus primeras acciones durante su segundo mandato. El presidente norteamericano amenazó a los mayores y más prestigiosos centros del país con retirarles la financiación federal si no se avenían a sus intereses: inmigrantes, ideología de género y todo lo que el mandatario considera woke debe salir de los campus. De momento, Trump no ha conseguido que las diez principales universidades del país con las que está negociando firmen su diktat . Pero sí lo ha hecho Columbia , una de las principales, que además ha aceptado pagar 200 millones de dólares. Pennsylvania y Brown también han firmado, y han pagado 50 millones de dólares. La más dura y el objetivo principal de Trump es Harvard, que se resiste a torcer el brazo, si bien el presidente ha adelantado que están ultimando un acuerdo por 500 millones de dólares que tendría que pagar la universidad. Casi 9.000 kilómetros al sur la situación es similar. “El enemigo es el estado”, dijo Milei en 2023, y la educación pública –sobre todo en la etapa no obligatoria– supone un gasto superfluo e innecesario. Alumno de la Universidad de Belgrano y de la Universidad Di Tella (ambas privadas), Milei insistía en crear “un mercado educativo”. Una vez instalado la Casa Rosada, tras el prometido accionar de la motosierra, cientos de miles de personas salieron a la calle en todo el país en defensa de las universidades y contra los recortes presupuestarios. La oposición consiguió sacar adelante una ley para proteger la asignación universitaria, que el presidente vetó. Tras dos años de Gobierno, el presupuesto acumula una caída del 32%, según el análisis de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ). Si tenemos en cuenta la inversión por alumno, es la más baja de los últimos 20 años: un 53% menos que en 2005, ajustada la inflación. La situación sonará a cualquier madrileño medianamente informado. La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso (que financia a medios ultras como EDATV a través de la publicidad institucional), ha culminado en su mandato décadas de abandono institucional de los gobiernos del PP a las universidades públicas madrileñas, las peor financiadas de España, y ultima una ley que va a cercenar su autonomía y ponerlas en manos de excargos del PP , empresarios y consejeros de centros privados. Ayuso repite en Madrid el discurso que se oye en la Casa Blanca o en Budapest: “Toda la izquierda tiene colonizada” la Universidad Complutense de Madrid, afirmó hace unos meses obviando que el rector del centro le dio un premio básicamente porque le apeteció . Los políticos apuntan, los activistas –Quiles, Shapiro, Kirk– ejecutan. Como dice el sociólogo Luis Miller, del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC, “ahí tienen poco que perder”.