El genocidio perpetrado por Israel en Gaza ha sacudido a la sociedad española y ha movilizado a un amplio sector de la población en contra de la masacre indiscriminada de civiles. La juventud, inclusive los adolescentes, no ha sido impermeable a lo que sucedía y sigue sucediendo en la Franja. Es la primera generación de jóvenes que ha podido seguir en directo, a través de todo tipo de imágenes, grabaciones y retransmisiones en tiempo real, una catástrofe humanitaria de tal magnitud. Las redes sociales les han permitido ser testigos de un conflicto que sigue lejos de haber alcanzado una solución definitiva y ello ha dejado una huella imborrable en las mentes de muchos de ellos. Las fotografías, vistas a través de la pantalla, de chicos y chicas de su misma edad llorando la pérdida de sus seres queridos o gravemente heridos en los hospitales tras los bombardeos han tenido un enorme poder movilizador . Así, la sensación de rabia e impotencia se ha transformado con el tiempo en lucha activa contra el mismo sistema —colonial, imperialista— que lo ha permitido. La percepción de algo profundamente injusto, y que ha desbordado los cauces de lo aceptable –incluso en el marco de un conflicto armado–, ha sido el germen de un nutrido movimiento de chicos y chicas autodeclarados propalestinos . Por tanto, algo ha cambiado en estas generaciones en los últimos dos, años desde que Gaza entró en la agenda pública. El pasado 2 de octubre , según datos de la Delegación del Gobierno, 4.000 estudiantes se congregaron en Madrid (unos 6.500 estudiantes en Barcelona, más de 10.000 en toda España) bajo el lema Paremos el genocidio al pueblo palestino para protestar contra la detención de los activistas de la Global Sumud Flotilla . Buena parte de esos estudiantes eran alumnos de ESO y Bachillerato, tal y como destacan desde el Sindicato de Estudiantes, entidad convocante de esta marcha. Esta organización aglutina la mayor parte de las asambleas estudiantiles en todo el Estado y ha llevado la batuta de las protestas de jóvenes Días más tarde, durante la jornada de huelga del 15 de octubre, una marcha multitudinaria en la capital logró reunir a 15.000 jóvenes en 40 ciudades españolas y el parón estudiantil obtuvo un seguimiento del 80% en Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato en todo el Estado, según Europa Press. El derecho a la huelga por parte de estudiantes, puntualizan desde este sindicato, puede ejercerse sin excepciones desde 3º de la ESO (incluido), requiriéndose únicamente autorización paterna o materna para los cursos inferiores, “por lo que los y las estudiantes de 1º y 2º de la ESO también podrán secundar la huelga con esta autorización”, aclaraban a través de un comunicado. “ Lo que hemos vivido en este mes de octubre ha sido una explosión de estudiantes muy jóvenes, porque no ha sido sólo la participación de estudiantes de la universidad, sino también muchísima gente de tercero y cuarto de la ESO, también de primero y segundo de bachillerato, que han visto una necesidad urgente de salir a movilizarse por Palestina . Ha sido un despertar, porque se está anunciando a bombo y platillo el exterminio de todo un pueblo ”, comparte a este medio Coral Latorre , secretaria general del Sindicato de Estudiantes. Detrás de esta abultada presencia estudiantil en las calles está la labor que muchos docentes llevan realizando desde hace meses para transmitir a su alumnado la realidad del conflicto. Unos han contado con el respaldo de claustros especialmente sensibles a esta cuestión mientras que otros han llevado a cabo acciones más simbólicas e individuales ante la falta de apoyos . Sin ir más lejos, hace casi un año, con motivo del Día Internacional de los Derechos Humanos, el movimiento de docentes en lucha Educación por Palestina (surgido a partir de la Red Solidaria contra la ocupación de Palestina), lanzó la campaña “Los martes con Palestina” para concienciar a la comunidad educativa de la necesidad de actuar frente al genocidio, así como generar un amplio movimiento educativo crítico. El 3 de octubre , en el marco de la reciente censura instaurada desde la Comunidad de Madrid contra las actividades educativas vinculadas con el conflicto, sindicatos y organizaciones de enseñanza como Marea por Palestina CGT Enseñanza Madrid, STEM, CCOO Enseñanza y FAPA convocaron un parón de docentes como forma de denuncia. “Ayuso intentó acabar con la lucha por Palestina en las aulas pero se volvió en su contra. Hay muchos profesores que dijeron, ‘estamos en un momento en el que hay que demostrar en qué lado de la historia se está ’”, confiesa Latorre”. Las políticas represivas se hicieron notar especialmente en algunos centros madrileños como el el IES Gabriel García Márquez de Leganés , donde se prohibió una actividad de apoyo a Palestina por usarse la bandera de esta nación, o el colegio de Educación Infantil y Primaria Pi i Margall, donde el alcalde José Luis Martínez-Almeida hizo "borrar" una bandera de Palestina pintada con tiza por varios niños. Haiby Rivas , estudiante de segundo de integración social en el IES Ciudad de Jaén de Madrid e integrante de la organización estudiantil anticapitalista Contracorriente , comparte que muchos docentes “venían de varios años dando la pelea por sus condiciones laborales en los centros públicos” y en esta ocasión hay quienes se han constituido en asambleas para dar la batalla contra el genocidio desde las aulas. Recuerda con admiración y gratitud el impacto que tuvo en ella y sus compañeros ver a algunos de sus maestros pintando consignas antisionistas fuera de los institutos, con tiza en los patios o colocando banderas para visibilizar entre los adolescentes la masacre. Otra docente en lucha es Elena Sánchez , profesora de Secundaria y FP Básica en un CEIP de Madrid (cuyo nombre prefiere no desvelar). Aunque confiesa que su centro no es “especialmente movido” ante este tipo de cuestiones políticas, el día de la huelga fue la vez en que más cantidad de profesores vio haciendo parones : “A mí me dio una esperanza brutal”, destaca. El día antes de la huelga por Palestina, los estudiantes de su centro vieron cómo varios profesores pintaban pancartas fuera del centro durante un parón de varias horas, lo que a su juicio contribuyó a “picarles la curiosidad” e hizo que los alumnos pudieran entrar en contacto con los motivos de su reivindicación. “ No te puedes poner a hablar de Palestina porque sí, porque al que no le interesa va a decir qué rollo, pero de esta forma van conociendo poco a poco lo que ocurre”, cuenta. La mayor parte de los adolescentes todavía carecen de nociones sobre geopolítica y no serían capaces de explicar el contenido de los tratados de paz o los pactos internacionales. Pero tampoco lo necesitan para empatizar con el sufrimiento de miles de jóvenes como ellos y entender su dolor. Eso sí, son conscientes de que existe claramente un genocidio, que una potencia militarmente superior a otra está causando la muerte intencionada de miles de inocentes o que se está diezmando a un pueblo entero con el beneplácito de la comunidad europea y árabe. Aunque los canales informativos que muchos utilizan no son exactamente los grandes medios de comunicación, en su día a día sacian su curiosidad sobre estos temas a partir de vídeos de influencers y publicaciones en redes sociales . En más de una ocasión ambas fuentes han esparcido bulos y datos falsos, por ello la labor docente es muy relevante también de cara a “ofrecer información del conflicto en las aulas”, asegura Sánchez. Es el caso de miles de jóvenes como Alberto (nombre falso para preservar su identidad), alumno de 1° de Bachillerato de Ciencias Sociales en San Fernando de Henares. En su clase la mayor parte de sus compañeros defienden abiertamente la causa palestina . “Inicialmente me sentí muy indignado y un poquito incrédulo por lo abiertamente que estaban llevando a cabo el genocidio, por ejemplo con los tuits de Donald Trump y los vídeos de los soldados israelitas. A día de hoy toda la situación que me parece indignante ”, relata el joven de 16 años. “Me estremece ver las imágenes que llegan y me da miedo que como sociedad permitamos que ciertos gobiernos hagan lo que les da la gana para satisfacer sus intereses”, añade. Haiby transmite haber vivido una experiencia similar, que la llevó a organizarse con más compañeras y salir a las calles en cada convocatoria contra la masacre: “Ver en ese momento cómo asesinaban a cientos de personas indiscriminadamente fue un golpe de realidad de las atrocidades que son posibles en este sistema y fue un momento de verdadera rabia y impotencia”, comenta. Esos sentimientos la empujaron a posicionarse activamente contra la barbarie israelí , de manera que comenzó a organizar junto a sus compañeras asambleas en su centro escolar para articular las huelgas convocadas, llevó a cabo acciones coordinadas entre distintos centros e impulsó actividades para llamar a la movilización, como sentadas multitudinarias llevando colores de la bandera palestina. Latorre infiere que durante los peores meses de la ofensiva sionista, desde el Sindicato de Estudiantes llevaron a cabo talleres de pancartas , jornadas de concienciación e incluso llegaron a hablar con los profesores de los centros para que no hubiera ningún problema de cara a realizar la huelga. En toda esta movilización, comenta, “a veces hemos tenido asambleas más pequeñas y otras que cuentan con la gran mayoría de estudiantes del centro, pero han sido esenciales para que haya debate en torno a la realidad actual ”. “ Es probablemente la primera generación que ve en dispositivos digitales y con formas propias de politización y de traducción política los sucesos un conflicto de esta dimensión; los chavales son conscientes de que aquí se han perdido todos los papeles que alguna vez debieron de existir. Tienen claro que eso es algo a lo que los mayores llamamos genocidio y que de alguna manera va mucho más allá de dos facciones militares enfrentadas por un territorio, vas viendo una creciente masa de alumnos que entienden que ahí hay una ocupación ”, cuenta a infoLibre David Domínguez , miembro de CGT Enseñanza y docente de Filosofía en secundaria. Sus alumnos también conocen, explica, qué es la Flotilla, el significado simbólico que tiene en la movilización internacional por Gaza y saben de la existencia figuras de relevancia pública como la activista sueca Greta Thunberg . Palestina ha hecho brotar, desliza Domínguez, una oleada de sensibilización colectiva que ha desbordado en muchos casos lo relativo al genocidio y se ha extendido a otras cuestiones sociales que también impactan a la gen Z , como la precariedad de la educación pública o la privatización del sistema sanitario. “ No te lo pueden verbalizar así, pero sí que empiezas a ver de chavales una inquietud hacia otros conflictos que antes no estaba tan latente ”, traslada el maestro. Una percepción similar mantiene Latorre, para quien el conflicto de Gaza ha encendido una chispa cada vez más difícil de apagar: “ Ha sido el despertar a la política de muchísimas personas muy jóvenes; el caso de Palestina ha sido un retrato tan cruel de lo que es el sistema, ha sido una escuela de cómo funcionan las cosas realmente y eso es lo que también se ha grabado en la mente de miles de estudiantes". Aunque la lucha contra el acoso escolar, la defensa de la atención pública a la salud mental o la falta de orientadores en los centros educativos pueden parecer a priori desconectadas de un tema como la barbarie de Israel en Gaza, “ forma parte de la misma lógica del sistema y de alguna forma lo perciben”, apunta Latorre. Pero este retrato de esperanza convive con otro esbozado por el CIS en su último barómetro sobre el viraje ideológico de los jóvenes . Aunque hay poca información sobre las tendencias ideológicas de los menores de 18 años, según este observatorio, el 52% de los chicos varones de 16 a 24 años está muy o bastante de acuerdo, por ejemplo, en que el feminismo ha llegado demasiado lejos. Incluso algunos ven la extrema derecha como un modelo de rebeldía y simpatizan con el odio racista y de género vertido en redes sociales.