Existe entre los profesionales del fútbol un grupo singular, que es el de aquellos a quienes el destino les obsequió –o fustigó, según el prisma con el que se mire- con el catálogo completo (o casi) de todas las experiencias posibles en una carrera; a saber: conquista de títulos, ascensos, descensos, salvaciones y récords domésticos para inscribir en el catecismo de tertulianos y devotos de las estadísticas. A Juan Carlos Gómez Díaz (Córdoba, 1973) le tocó experimentar durante una década en el cambio de siglo un carrusel del episodios al límite, una concatenación de casualidades y giros de guion que le marcaron por siempre.