Desde que el otoño hizo su aparición, los entornos naturales de la provincia de Málaga comenzaron su tradicional danza de color, transformando sus emblemáticos verdes por los dorados, ocres y naranjas con los que suelen vestir durante esta época del año. Y para disfrutar de esta estampa otoñal en su máximo esplendor, existe un pequeño municipio que aglutina bosques de castaños, calles empedradas y serpenteantes, y la cocina más tradicional y sabrosa.