La IA ya crea voces y vídeos que se hacen pasar por humanos. Algunos delincuentes la están usando para engañar a los ciudadanos, pretendiendo ser empresas o instituciones con el fin de conseguir su dinero. A medida que los modelos de voz generativa maduran, los fallos que delatan un deepfake son más sutiles. La clave es distinguir la huella algorítmica de una simple mala conexión.