Christian Tein, líder independentista de Nueva Caledonia: "Francia no tiene palabra, no sabe descolonizar"

El presidente del FLNKS rechaza los intentos del Gobierno francés por alterar la vía a la independencia del territorio del Pacífico sur y teme que la falta de acuerdo lleve a una repetición de los disturbios de 2024 Entrevista - Mickael Forrest, dirigente independentista de Nueva Caledonia: “Macron desprecia a su pueblo” El archipiélago de Nueva Caledonia, en el Pacífico sur, explotó el año pasado en unas revueltas populares duramente reprimidas en las que murieron 14 personas, tras más de tres décadas de relativa calma social. Con un estatus particular dentro de Francia, que incluye una alambicada vía pautada para la independencia, el intento unilateral de París de alterar el censo electoral para incluir a la población de origen francés —más allá de los nativos canacos— encendió la ira de la nueva generación de independentistas, lastrada también por las malas perspectivas económicas. Los disturbios llevaron a prisión preventiva en la Francia metropolitana a Christian Tein, presidente de la principal formación independentista, el Frente de Liberación Nacional Kanako y Socialista (FLNKS). Liberado tras un año, pero todavía pendiente de juicio, Tein asegura que su detención tuvo motivación política y niega cualquier papel organizador de la revuelta. También insiste en que la vía a la independencia es irreversible, aunque Francia quiera mantener el dominio sobre una región de creciente importancia geopolítica y fuente de materias primas como el níquel. El Gobierno francés negoció este verano un acuerdo con las formaciones del archipiélago del que el FLNKS se descolgó, entre acusaciones de falta de honestidad negociadora, y a finales de octubre el Parlamento galo aprobó el retraso de las elecciones en el territorio a 2026, también en contra de la voluntad de la mayoría de independentistas, recelosos de que se certifique la extensión del censo. Tein, que ha estado de gira europea en busca de apoyos para la causa, protesta por la actitud de Emmanuel Macron y los sucesivos gobiernos franceses. A Madrid llegó para intervenir en el Congreso, invitado por EH Bildu. ¿Por qué rechazan el cambio en el censo y el adelanto electoral? El asunto del censo electoral ha derramado mucha sangre, infelicidad y dificultades en nuestro país. Por desgracia, el Estado francés siempre nos ha impuesto un censo colonial. En múltiples ocasiones hemos intentado hacer comprender al Gobierno francés que no queremos desaparecer como pueblo. Quizás seamos un pueblo pequeño, pero tenemos nuestra historia, nuestra civilización. Con los dos acuerdos con el Gobierno francés, encontramos la forma de ir hacia algo mejor [en referencia a los acuerdos de paz de Matignon (1988) y el de Numea (1998), que previeron tres referéndums de independencia. Los dos primeros arrojaron un resultado contrario, pero el tercero, celebrado en 2021, fue boicoteado por los independentistas, que querían esperar al fin de la pandemia de COVID-19]. Con un censo electoral definitivo para definir el futuro del país. Pero a medida que hemos ido avanzando hacia el final de ese proceso, nos hemos ido dando cuenta que el Gobierno francés lo que cedía con una mano lo quitaba con la otra. Francia no sabe descolonizar, no tiene palabra, especialmente el Gobierno actual. [Ahora] estamos en un proceso a marchas forzadas en el que el Estado francés ha hecho trampas, con un calendario letal que no lleva a la tranquilidad, que no pacifica y causa tensión en la población. Estamos preocupados, porque el año pasado vivimos sucesos difíciles, y no queremos que vuelvan a empezar. ¿Podrían repetirse los disturbios? El proceso al que nos lleva el Estado francés nos va a conducir a dificultades, desgraciadamente. En el pueblo canaco todo el mundo está politizado, todos son militantes. Si sienten que su historia está en peligro, se levantarán, necesariamente. ¿Proponen un nuevo referéndum? Ha habido tres. En los dos primeros se vio el apoyo creciente al independentismo. El tercero fue impuesto por la fuerza por el señor [Sébastien] Lecornu [entonces ministro de Ultramar, hoy primer ministro]. ¿No se fían de él? No nos tranquilizan ni él, ni su jefe, Emmanuel Macron, ni el señor [Gérald] Darmanin [antiguo Ministro de Interior, hoy de Justicia]. Todos ellos decidieron que el asunto de Nueva Caledonia se tratase en el seno de la República. Eso es lo que figura en el inmundo acuerdo de Bougival [de julio], en el que no queremos participar. En el pueblo canaco todo el mundo está politizado, todos son militantes. Si sienten que su historia está en peligro, se levantarán, necesariamente ¿Qué pasó ahí? Las informaciones de la prensa francesa señalaron entonces que ustedes se habían sumado inicialmente, pero que después se retiraron. El FLNKS envió una delegación, pero su misión era que, al terminar, regresasen para examinar los cambios planteados y cómo se trataban los elementos de la soberanía. Pero el Estado presionó para sacarnos por la fuerza del marco de Numea. Lo que era un proyecto de acuerdo que después se debía someter a las bases, el Estado, de forma absurda, lo consideró como un acuerdo pleno y puso en marcha toda su maquinaria. No fueron unas discusiones leales y honestas, y lo rechazamos. También influyó el sesgo del exministro de Ultramar, Manuel Valls. La relación con él tampoco es buena. Me acusó de mentir, dijo que había estado en Bougival. Sí, pero nunca acepté que se firmara ese acuerdo. Y eso que en una primera etapa [de las negociaciones] sí estuvimos dentro. Tampoco era nuevo, incluía la idea del Estado libre asociado que ya se contemplaba en 1985. Pero solo era una base desde la que discutir. Decidió escuchar simplemente a los antindependentistas, y las correas de transmisión del Estado se limitaron a esa única vía. Pero el FLNKS es el que representa las reivindicaciones del pueblo canaco. La cuestión del censo es la más importante para ustedes. Temen que los residentes no originarios los acaben superando en número. El censo se cerró en su día con la idea de que no se alterase. Pero ahora el Estado francés dice que se acabó, que ya se votaron los referéndums y que ahora se vuelve a discutir todo desde el principio. El censo es el elemento central [...] Aunque vemos que subyacen cuestiones geopolíticas del Pacífico, entre el Estado francés, los chinos, los estadounidenses. Nueva Caledonia es rica en níquel. China es una potencia muy fuerte hoy en día, ¿les parece que representa un peligro? Es complicado manejarse entre las potencias. Los chinos llevan prácticamente 30 años comprando el mineral bruto. Y nunca han colonizado. Tienen acuerdos con Vanuatu o con las Islas Salomón, de acuerdo, pero nunca han colonizado la Melanesia. Y además, los precios que ofrecen son mucho más interesantes que los de otros, como los australianos. También están los estadounidenses... El comercio de mercancías por el Pacífico va a ser una cuestión de interés geopolítico. Y vemos que lo que está detrás del plan Bougival de Francia es el níquel, y así lo va diciendo Macron a los países de Europa, que Francia tiene recursos ahí. Pero la competencia sobre el desarrollo económico es de Nueva Caledonia. Los chinos llevan prácticamente 30 años comprando el mineral bruto. Y nunca han colonizado ¿La presión para cambiar el statu quo se debe a esto, entonces? [Macron] quiere construir una gran fábrica de tratamiento de níquel en Burdeos. Forma parte de una estrategia amplia, vistas las dificultades por las que atraviesa Francia con los países africanos y otros de donde extraía recursos. No queremos ser nosotros los que paguemos el costo de la pérdida de terreno de Francia en la geopolítica internacional. También hay gas, petróleo y todos los bancos atuneros, de los que se nutren Japón y muchos otros países. Nueva Caledonia es muy estratégica. Y desestabilizarla, cuando es el país que más cerca está de la independencia, sirve para decirle a otras comunidades en vías de descolonización, como la Polinesia, las Antillas (Guadalupe, Martinica) o Reunión, que no vale la pena seguir avanzando en ese sentido. Christian Tein, líder del Frente Nacional de Liberación Kanako y Socialista. Volviendo a 2024, ¿qué fue lo que causó que la situación se desbordase? Usted mismo sigue encausado por aquellos hechos. La gota que colmó el vaso fue, de nuevo, el asunto del censo electoral [que Macron propuso descongelar con una reforma constitucional en enero de ese año]. Todo el proceso ha buscado la desestabilización. Pero a nosotros no nos interesaba que sucediese lo que sucedió. En todas las movilizaciones que llevamos a cabo durante casi dos años, jamás le dijimos a la gente que había que llevar el país al precipicio. A todos los jueces les he dicho —en el primer interrogatorio, de 14 horas, y en el segundo, que fueron prácticamente seis— que soy un preso político, que lucho por la dignidad de mi pueblo, pero con respeto. Jamás tendría la idea de que habría que quitarle la vida a alguien o dañar los bienes económicos y sociales de mi país. Y los jueces de París vieron el sumario con distintos ojos que los de Nueva Caledonia. Los cargos que se me achacaban eran muy duros. Homicidio, tentativa de homicidio, asociación ilícita... En condiciones normales, con esas acusaciones, nunca me habrían soltado. [Tein fue puesto en libertad condicional en mayo, pero hasta octubre no recibió el permiso para regresar a Nueva Caledonia]. Era la primera vez que estaba en la Francia metropolitana. Me había prometido que solo iría Francia cuando mi país fuese independiente, pero el señor Darmanin decidió que mejor fuese cuanto antes y esposado. He dado una vuelta por Francia y me he encontrado con gente agradable. También me reuní con gente del Frente Nacional [antiguo nombre del partido de la ultraderechista Marine Le Pen]. ¿De verdad? Sí. Les dije a sus parlamentarios si les parecía normal que, cuando ellos no quieren inmigración, se les permita a ellos emigrar a nuestro hogar. Y me dijeron: “Pues tienes razón”. Se da la paradoja de que vamos a necesitar a sus diputados para detener la maquinaria de Bougival. De nada sirve ir a la carrera, se van a reproducir los mismos esquemas que llevaron a [los disturbios del] 13 de mayo [de 2024]. Se lo dije también a la comisión parlamentaria de la cámara de diputados: vamos de tensión en tensión, no es bueno para el país. Lo único que hacemos es lanzar la alerta; sabemos que no podemos rivalizar con el Estado francés, se lo digo siempre a nuestra gente. Los medios que desplegaron durante el periodo del 13 de mayo son los que se reservan para intervenir en el extranjero, como los paracaidistas. A estas cosas me refiero cuando digo que el Estado no sabe descolonizar, que no tiene palabra. Es una lástima haber llevado al país a esta situación, porque nunca ha sido nuestra idea llegar aquí. Nuestra lucha es progresiva y dentro de las instituciones. Nuestros resultados [en las elecciones locales] no dejan de mejorar (...). No nos interesa salir a derribarlas. En Francia he descubierto un país aún más caótico que el mío ¿Esta aceleración de la represión emprendida por Macron que denuncia le parece una cuestión personal o sería común a cualquier mandatario francés? El acuerdo de Bougival ya lo tenían preparado en un cajón. Tenían decidido que el acuerdo de Numea decayese fuese cual fuese el resultado, incluso si hubiésemos ganado el tercer referéndum. Sería de esperar que la Francia del siglo XXI respetase su palabra. Pero el caos en que se encuentra Francia hoy en día tampoco permite confiar en ella. He descubierto un país aún más caótico que el mío. Queremos que los medios, en España, en Europa, trasladen el sufrimiento de nuestro pueblo. En la guerra de Gaza entre Israel y Palestina también existentes elementos de descolonización. ¿Cómo se ve el conflicto desde su perspectiva? Siempre hemos apoyado al pueblo palestino, ya desde los tiempos de Jean Marie Tjibaou y Yasser Arafat. Pero lo que está pasando ahora está a otro nivel, es verdaderamente un genocidio. Macron, que reconoció al pueblo palestino en Naciones Unidas —y eso ha estado bien— tiene delante un pueblo, el canaco, que lleva 71 años llamando a la puerta. Se lo pregunto porque usted apela mucho al derecho internacional, pero en el mundo actual apenas es tenido en cuenta. No sé si eso le provoca cierto pesimismo. Me preocupan las decisiones que está tomando Donald Trump. Es preocupante que las reglas que se intentaron establecer para que todos nos pudiésemos comunicar sean puestas en cuestión por las grandes naciones. Al presidente francés le diría que las reglas que intenta hacer valer en el orden internacional se las aplique también a sus colonias.