Lo último dentro de la jungla inmobiliaria en la que estamos enredados son los negocios de venta de habitaciones. Por 70.000 euros puedes comprarte una habitación (dentro de un piso compartido) llamada ‘Hogar’. Las habitaciones son el nuevo caviar especulativo Cuando aterricé en Londres con 23 años caí en una casa enmoquetada del barrio de Seven Sisters en la que compartía habitación con dos amigas, una experiencia que ni siquiera es mínimamente recomendable con 23 años. Nuestra casera durante aquellas primeras semanas, de la que huimos con diligencia, había troceado la casa en pequeñas estancias destartaladas e incluso había acomodado dos literas en otra habitación que compartían cuatro chicos de Bangladés. Toda esa precariedad londinense la veía entonces como una anomalía circunstancial y lejanísima. Ya no lo es. Leo en ‘X’ que el Banco de Alimentos recomienda donar este año alimentos precocinados. Esto no es nuevo, pero ahora irían destinados también a aquellas familias que conviven en habitaciones alquiladas y que tienen menos posibilidades de utilizar estancias comunes como las cocinas. Las habitaciones son los nuevos pisos, el nuevo caviar especulativo. La enésima prueba es que ya no solo se alquilan habitaciones, también se venden. ‘Habitación.com’ nació hace un par de años como una startup que vende habitaciones entre 40.000 y 95.000 euros, dependiendo de las características del inmueble. En la web explican por qué merece la pena comprar una habitación: para dejar de gastar dinero en alquiler, acumular ahorros para la entrada de una vivienda completa, ponerla en alquiler y obtener un ingreso pasivo, tener un activo real que se revaloriza con el tiempo o acceder antes al mercado inmobiliario. Vamos, convertir, ya no un piso, sino una habitación en un objeto de inversión. Todas las habitaciones a la venta parecen sacadas de un catálogo de muebles nórdicos. Son luminosas, bañadas en tonos blanquecinos, ocres y tierras, con modernos ventiladores de techo, televisores anclados en las paredes, mobiliario de madera y pequeños sofás acoplados. Todas tienen una impersonalidad agradable que recuerda al suave hilo musical de un ascensor. Y todas reciben nombres propios, algunos incluso motivacionales o de autoayuda, como ‘Habitación helpful’. También puedes comprar la ‘Habitación Holbox’, la ‘Habitación Leonardo’ o incluso la ‘Habitación hogar’, que sería el equivalente a bautizar una barbacoa de carne como ‘Veganismo’, porque una habitación puede ser el lugar en el que trabajas o duermes, pero la asunción de un espacio de quince metros cuadrados como un hogar sencillamente es un fracaso social. El siguiente paso en la rueda especulativa será la compra de Habitaciones Premium Ultra Plus, con acceso prioritario a la cocina: dos baldas de la nevera en lugar de una. Con este mejorado y exclusivo contrato podrías acceder también a la lavadora dos veces por semana, en lugar de una. Compartir piso, aunque tu habitación te pertenezca en propiedad, retrasa proyectos vitales como tener hijos porque el mismo hecho de compartir piso es casi una negación temporal del futuro: Es difícil planear un hogar cuando no lo tienes o cuando tu contrato de alquiler compartido vence en unos meses. También puede mermar la salud mental de los convivientes si estos imponen medidas draconianas relacionadas con el ruido, la limpieza o las facturas comunes. Muchos anuncios publicados valoran ya que el inquilino “idealmente trabaje a tiempo completo fuera de casa”. Vamos, que tienes el privilegio de pagar 600 euros al mes por una habitación que preferiblemente solo puedes usar para dormir. ¿Acompañado? Ya veremos qué dice el contrato. En España no faltan ganas de formar familias o proyectos vitales, faltan paredes asequibles y sobra especulación troceada en metros cuadrados.