No nos quedan ya princesas

Érase una vez un mundo maravilloso. Un lugar de ensueño, de esos que salen en los cuentos. Donde la empatía reinaba entre los pobladores. Donde el respeto a los demás, al bien común, no había que enseñarlo. Venía de cuna. Y desde ese remanso de paz de los primeros despertares lo demás venía rodado.