La proyección internacional que la Costa del Sol comenzó a tener desde los años cincuenta, fundamentalmente en torno a Málaga, Torremolinos y Marbella, llevó a reclamar, prácticamente con carácter de urgencia, la creación de infraestructuras imprescindibles para una atención satisfactoria a los turistas que, en número y lugares de procedencia, aumentaba de año en año.