Fundado en 1985 por Antonio León Jiménez y María del Carmen Roldán , el restaurante Los Cuevas es mucho más que una casa de comidas: es un pedazo de la historia gastronómica de Sevilla . Lo que comenzó como un pequeño bar de barrio se ha convertido, con el tiempo, en una institución donde la cocina popular andaluza se mantiene intacta frente al paso de las modas. El local, situado en la calle Virgen de las Huertas, en el barrio de Los Remedios, conserva el alma de sus fundadores en cada plato. Hoy, son sus hijos Joaquín y José Manuel León Roldán quienes continúan el legado familiar, manteniendo la esencia de una cocina que respira autenticidad y territorio. Los orígenes del restaurante se remontan a El Viso del Alcor, donde Antonio y Mari Carmen regentaron su primer negocio. El sobrenombre de Los Cuevas nació allí, en aquel local sin nombre que parecía excavado en la roca. De aquel espíritu humilde y trabajador nació la filosofía que aún guía la casa: producto honesto, cocina casera y respeto por la tradición. Cuando la familia se trasladó a Sevilla en los años ochenta, el pequeño bar de Los Remedios empezó a hacerse famoso por su guiso de garbanzos con tagarninas, sus espinacas con garbanzos y su carne con tomate. La fama fue creciendo y, en 2004, abrieron el actual local, ampliado y reformado en 2016, sin perder su carácter de restaurante de producto. La carta de Los Cuevas es un homenaje a la cocina de raíz. Los guisos caseros y los platos de cuchara son protagonistas: albóndigas en salsa, menudo, espinacas con garbanzos o el emblemático guiso de carne con tomate. También destacan los revueltos de verduras de temporada —como los de tagarninas, habitas o espárragos— y las elaboraciones con producto propio, procedente de la huerta familiar en El Viso del Alcor. El recetario sigue siendo el de Mari Carmen Roldán, la matriarca, que aún participa en la preparación de algunos platos como los buñuelos o los potajes. En el comedor, una pintura familiar recuerda el origen de todo: la cocina como herencia y acto de amor. Cada mañana, Joaquín León llega con la furgoneta cargada de verduras frescas de la huerta. Esa materia prima se traduce en platos de temporada que varían según lo que ofrece el campo: si no hay habas o espárragos, no se sirven. La honestidad del producto guía toda la carta, donde también brillan las carnes de cerdo blanco del Viso —como el solomillo ibérico o las costillitas fritas— y los pescados tradicionales andaluces: chocos, cazón en adobo, rosada o bacalao frito. El pan, otro de los símbolos de la casa, procede de la panadería Pacheco de El Viso, con su característico pan de picos, compacto y perfecto para acompañar salsas y guisos. Además, cuentan con servicio de comida para llevar y una carta de platos para disfrutar en casa. Entre las especialidades más reconocidas están las berenjenas fritas, tomates con melva, pelados y cortados a trozos generosos; o las manitas de cerdo rellenas de foie. También sobresalen los arroces de fin de semana, revueltos de boletus y habitas, la carrillada o el rabo de toro, ejemplos de una cocina tan sabrosa como sincera. Los postres mantienen la misma filosofía: elaboraciones tradicionales como el tocino de cielo, la tarta de queso o la tarta de azahar, que huele a Sevilla. Los Cuevas sigue siendo un lugar donde la tradición se celebra en cada plato. La cocina de cuchara convive con el bullicio de la barra y la calidez del comedor. El local reformado mantiene su aire familiar y acogedor, con una atención cercana que forma parte inseparable de su identidad. En un tiempo donde lo efímero domina la gastronomía, Los Cuevas reivindica la constancia, el producto y la memoria. Una casa que ha sabido mantenerse fiel a su esencia durante cuatro décadas y que sigue siendo, para muchos, el sabor más genuino de Sevilla.