'Vera. Una historia de amor', de Juan del Val, es una novela mala... Malísima

En la solapa de ' Vera. Una historia de amor ' se nos dice que Juan del Val tiene «una voz directa y sin adornos». Basta adentrarse en sus páginas para comprender que es un subterfugio para encubrir la pobreza de lenguaje y de imaginación de la obra ganadora del Premio Planeta 2025 . Por supuesto, el autor usa adornos (al orgasmo, por ejemplo, lo llama «ese sitio en el que ya no hay vuelta atrás»), pero lo más grave es eso que quieren hacernos pasar por una voz directa, cuando en realidad se trata de un narrador perezoso e inexperto. La novela cuenta la historia de Vera, una mujer de 45 años en pleno proceso de separación de Borja Manuel, Marqués de Villaecijilla (sic). Vera se enamora de Antonio, que tiene 35 años y trabaja en la agencia inmobiliaria que la está ayudando a comprarse un nuevo piso de soltera en Sevilla, donde transcurre la acción. Vera es millonaria, mientras que Antonio es de una familia pobre de Vallecas, cuyo padre lo abandonó y cuya madre tuvo que prostituirse para sobrevivir. A los 18 años Antonio tiene unos escarceos con la delincuencia pero luego se redime a fuerza de trabajo. Antonio, por supuesto, es guapísimo. Antonio y Vera se besan y toquetean por primera vez mientras él le está mostrando un piso con unas vistas preciosas a la catedral de Sevilla. Un giro que parece una variante de la fantasía porno del fontanero o del 'delivery' de pizza. La novela, por cierto, tiene abundantes escenas eróticas. Me abstengo de juzgarlas porque, en este punto, coincido con Martin Amis en que no hay manera digna de narrar el sexo. Lo que moviliza la trama son los hermanos de los protagonistas . Por una forzada torcedura del destino, la madre de Vera muere dando a luz a Alba, quien es 22 años menor que Vera. A los pocos años de esta tragedia, el narrador decide también borrar del mapa al padre, de modo que Alba queda huérfana y es criada por Vera, que pasa a cumplir las funciones de madre-hermana, razón por la cual ella nunca queda embarazada de Borja. Diego es el hermano menor de Antonio. Son hijos del mismo padre, quien también lo abandonó. Diego se mete en problemas y se marcha a casa de Antonio, en Sevilla, donde morirá a mitad de la novela porque unos matones búlgaros enviados por Borja lo confundieron con Antonio. Y es que son idénticos. Es decir, Diego también es guapísimo. Alba y Diego se vuelven amantes. Todo queda en familia, pues. Se trata, por supuesto, de un error de primerizos: contar dos veces la misma historia. Vera y Antonio son los protagonistas. Y Alba y Diego son las sombras de sus hermanos, sin verdadera existencia propia, que el autor necesita para hacer avanzar la trama. Otro ejemplo de holgazanería aderezado con clasismo es el modo en que se retrata al personal doméstico: «Matías y Luisa son dos personas que apenas hablan, se supone que por una cuestión de timidez, pero quizá sea porque casi nunca tienen nada que decir». Al final, la maldad de Borja es lo que mueve todos los hilos y al descubrirse esto, Borja se suicida. Pero no nos apresuremos a juzgarlo. El narrador se ocupa de explicarnos que no siempre fue así: «La vida corrompió a Borja Manuel, que dejó de correr feliz por la pradera luminosa y embarrada debajo del arcoiris». En resumen, para decirlo de forma directa y sin adornos, 'Vera. Una historia de amor' es una novela mala. Malísima . Incluso para los muy bajos estándares del Premio Planeta en los últimos años.