Un equipo internacional ha logrado descifrar el comportamiento anómalo del campo terrestre durante el Ediacárico Un impacto de meteorito en Arizona hace 56.000 años pudo levantar un lago enorme en el corazón del Gran Cañón Las brújulas terrestres solo funcionan porque el planeta actúa como un enorme imán. El hierro líquido del núcleo genera corrientes que, en conjunto, producen un campo que protege la superficie frente al viento solar . Esa estructura invisible se ha mantenido estable durante millones de años, aunque sus polos se hayan invertido en distintas ocasiones . Las rocas conservan ese magnetismo fosilizado , lo que permite a los científicos rastrear el comportamiento del campo terrestre. A partir de esos rastros, un grupo de investigadores se propuso aclarar un capítulo confuso de la historia planetaria que había dejado perpleja a la geología durante décadas. Un estudio de Yale explica las alteraciones magnéticas más misteriosas del planeta Un equipo internacional liderado por la Universidad de Yale acaba de publicar en Science Advances un estudio que ofrece una explicación al comportamiento anómalo del campo magnético durante el período Ediacárico , hace entre 630 y 540 millones de años. Según David Evans , profesor de Ciencias de la Tierra y Planetarias en Yale y coautor del trabajo, “hemos desarrollado un nuevo método de análisis estadístico de los datos paleomagnéticos del Ediacárico que creemos que contendrá la clave para producir mapas robustos de los continentes y océanos de ese período”. Las muestras volcánicas del Anti-Atlas permitieron reconstruir con detalle cómo variaban los polos del planeta El grupo de investigación centró su trabajo en el Anti-Atlas , una cordillera situada en Marruecos, donde se conservan capas volcánicas formadas durante esa etapa . Los geólogos de la Universidad Cadi Ayyad recogieron muestras orientadas de manera precisa, que fueron enviadas a Yale para su análisis en laboratorio. James Pierce , primer autor del estudio y doctorando en la Escuela de Graduados de Yale, explicó que “pudimos determinar con precisión la rapidez con la que cambiaban los polos magnéticos de la Tierra muestreando el paleomagnetismo con una alta resolución estratigráfica y determinando edades precisas para estas rocas”. Un ritmo de variaciones que desafía las teorías clásicas sobre la dinámica terrestre Los resultados de este trabajo revelaron que los cambios en el magnetismo de la Tierra se produjeron en intervalos de miles de años, un ritmo demasiado rápido para procesos como el desplazamiento polar verdadero o el movimiento acelerado de las placas tectónicas. Los investigadores confirmaron que las teorías anteriores no se sostenían frente a los nuevos datos , ya que ambos fenómenos geológicos requieren tiempos de desarrollo mucho más largos. El período Ediacárico siempre había resultado problemático. En esa época, las firmas magnéticas registradas en las rocas mostraban variaciones extremas que desconcertaban a los especialistas. En eras anteriores y posteriores, el campo magnético se comportó de manera más regular, con inversiones ocasionales, pero sin esa inestabilidad. Comprender esa etapa se había convertido en una tarea esencial para reconstruir la deriva continental y el desarrollo de la vida temprana . El grupo propuso una hipótesis que describe un movimiento global de los polos por toda la superficie del planeta Los análisis realizados por el equipo de Yale y sus colaboradores en Suiza, Alemania y el Dartmouth College mostraron que esas variaciones no eran aleatorias . En lugar de un comportamiento caótico, el campo magnético presentaba un patrón ordenado aunque inusual . El modelo del polo tambaleante ofrece una nueva visión del magnetismo antiguo A partir de esa observación, los científicos propusieron el llamado modelo del polo tambaleante , una hipótesis que plantea que los polos magnéticos del planeta no se limitaron a oscilar alrededor del eje, sino que llegaron a desplazarse por toda la superficie terrestre . Este enfoque introduce un marco matemático nuevo para interpretar los datos paleomagnéticos y reconstruir con mayor coherencia la configuración del planeta durante el Ediacárico. Según el propio Evans, “si nuestros nuevos métodos estadísticos propuestos demuestran ser robustos, podremos salvar la brecha entre los períodos más antiguos y más jóvenes para producir una visualización consistente de la tectónica de placas que abarque miles de millones de años, desde el registro rocoso más antiguo hasta el día presente”. La investigación, financiada en parte por la National Science Foundation, ofrece así una vía sólida para descifrar una etapa geológica que durante mucho tiempo había desconcertado a los especialistas y deja abierta la posibilidad de reinterpretar buena parte de la historia magnética de la Tierra.