En la plaza Lex Flavia Malacitana, muy cerca del campus universitario y de varias casas hermandad, hay un local que lleva casi dos décadas salvando noches de estudio, turnos de trabajo y previas cofrades a base de pan crujiente y rellenos imposibles. Bocatería Lex Flavia es uno de esos bares de barrio que funcionan como punto de encuentro y refugio comilón: familiar, sin postureo y con una carta tan extensa que obliga a pensarse dos veces qué pedir antes de llegar a la barra. El local es sencillo, funcional y pensado para lo importante: salir de allí con cero hambre. Barra al frente, plancha a la vista, mesas para grupos y paredes que rinden homenaje a la Semana Santa malagueña, detalle que también aparece en la carta con bocadillos bautizados con nombres de titulares y cofradías. Ese guiño ha convertido el sitio en parada habitual de cofrades, vecinos y muchos estudiantes que han hecho aquí su «oficina» gastronómica desde hace años. Detrás del mostrador, la misma familia de siempre, trabajando con la máxima de hacer todo en casa, cuidar las salsas y no escatimar en rellenos. El resultado son camperos y baguettes XXL, hamburguesas generosas, durum bien colmados y patatas con salsa que llegan a la mesa en formato compartible. La propuesta arranca por lo básico y va subiendo de intensidad. Hay pitufos calientes para arrancar el día o matar el antojo rápido; sándwiches clásicos; vienas y baguettes en versión sencilla o combinada con tortillas, carnes a la plancha, bacon, quesos fundidos y mayonesas caseras. Luego llegan los «variados» y las «boca-pizzas», baguettes gratinadas al estilo pizza con mezclas potentes que ya son seña de identidad de la casa. Los camperos ocupan un capítulo propio: pan sellado, bien tostado, con combinaciones que van desde el malagueño de toda la vida hasta fórmulas más contundentes con pollo empanado, carnes adobadas, huevo, salsas especiales o guiños a clientes habituales. También trabajan a fondo los bocadillos de cerdo y pollo, a la plancha o empanado, los de pinchito moruno, de pollo al curry , con infinitas combinaciones, los bocadillos «supremos» de doble empanado y una larga lista de propuestas que siguen creciendo con el tiempo. No falta el apartado de hamburguesas caseras con diferentes niveles de «artillería», ensaladas completas para quien busca algo más ligero y durum armados al momento con carnes, verduras frescas y salsas propias. El plus comilón lo ponen las patatas XXL con salsa, pensadas para compartir (o no). Uno de los puntos diferenciales de Lex Flavia es el cuidado con el cliente celíaco o intolerante. Buena parte de sus camperos, hamburguesas, pitufos, baguettes y vienas pueden pedirse c on pan sin gluten, siempre por encargo previo para garantizar una descongelación correcta y el mejor resultado posible. Una forma de abrir su propuesta a más público sin renunciar a la filosofía de bocadillo bien hecho. La experiencia aquí es directa: elegir entre una carta kilométrica , ver cómo montan el bocata al momento y salir con la sensación de haber comido «de verdad». Un b ar de bocadillos que se ha ganado, a base de constancia y raciones gigantes y un hueco fijo Málaga : el típico sitio al que te lleva alguien por primera vez… y al que luego terminas volviendo con tus propios amigos.