Un diminuto pueblo español con 13 casas no puede más. Un asesinato lo ha convertido en la capital del turismo del crimen

En lo alto de los Pirineos catalanes, entre nubes, bosques y vacas que pastan bajo la lluvia, se alza Tor , una aldea de apenas trece casas donde hace tres décadas ocurrió un crimen que marcó para siempre a sus habitantes. En 1995 apareció el cuerpo de Josep Montané , conocido como Sansa, con un cable eléctrico al cuello y el cadáver arrastrado hasta su cocina. Era el tercer asesinato en quince años en un lugar demasiado pequeño para tantos muertos. Hoy parece el decorado de la mítica “Se ha escrito un crimen” . Mito nacional. La historia la recuperaba este fin de semana el New York Times como ejemplo de un tipo de turismo que ha ido sumándose en paralelo al del sol y playa. Lo que parecía un ajuste de cuentas rural se transformó, con el tiempo, en un relato nacional sobre codicia, secretos y abandono institucional. La montaña, compartida desde 1896 por las familias del pueblo bajo un acuerdo ancestral, se había convertido en objeto de disputa entre quienes soñaban con un lucrativo complejo de esquí y quienes querían conservar su vida campesina. El conflicto, alimentado por los intereses del contrabando y los litigios por la propiedad, culminó en la concesión judicial de la montaña a Sansa y, cinco meses después, en su muerte. Luego llegó el fenómeno cultural . En Xataka Hemos encontrado 76 megatrampas en los Andes. Es increíble que no lo hubiésemos hecho antes De la tragedia al true crime. El periodista catalán Carles Porta, entonces un joven reportero, fue quien convirtió el crimen de Tor en una obsesión mediática. Empezó con un reportaje televisivo en 1997, continuó con un libro en 2005 , un podcast de gran éxito en 2018 y una serie documental en 2023 que transformó al pequeño pueblo en el epicentro del “true crime” español. Porta, fascinado por A sangre fría de Truman Capote, encontró su propio Holcomb en ese valle pirenaico y convirtió la historia en una industria . Con el paso de los años, la fascinación del público por los crímenes irresueltos atrajo visitantes de todo el país: curiosos, aficionados al misterio y excursionistas que querían recorrer el escenario del asesinato, hospedarse en la antigua casa de Sansa o posar en los lugares donde la policía encontró pruebas. Algunos llegaron incluso a recrear la escena del crimen con cables al cuello , una parodia morbosa que los vecinos contemplan con mezcla de desconcierto y resignación. Municipio de Tor Turismo de crimen. Recordaba el Times que la notoriedad mediática trajo dinero, pero también desfiguró la vida en Tor. En verano, las calles se llenan de coches, las casas se convierten en decorado y los vecinos en personajes involuntarios de una historia que nunca termina. En el hostal familiar de Alins, al pie de la montaña, cuelgan frases de Porta y botellas de licor con citas de su libro, mientras los visitantes preguntan sin descanso “quién mató a Sansa”. Merce Turallols, que era una niña cuando apareció el cuerpo, admite que la fama ha beneficiado al negocio familiar, pero confiesa que los residentes ya no soportan el circo: en los meses de mayor afluencia, ni siquiera se puede aparcar y los turistas excéntricos recorren el pueblo disfrazado de víctimas. Y más. “Uno llegó con una cuerda al cuello”, recordaban en el reportaje. El propio Porta, ahora productor de documentales para Disney sobre otros casos, reconoce que el de Tor se ha convertido en su legado personal, un fenómeno sin final. El hombre asegura tener nuevas pistas (un posible sicario que vive en Miami) y la intención de cerrar el caso con una serie de ficción, pero el pueblo, que nunca vio justicia ni descanso, siente que el periodista ha explotado su tragedia hasta el límite. Pueblo convertido en escenario. Así, recorrer Tor hoy es como atravesar un museo del crimen rural: el guía local señala los lugares donde se arrastró el cadáver, la casa donde un hippie se suicidó, el coche abandonado de unos contrabandistas, los prados donde los vecinos cobraban peajes a quienes cruzaban con mercancías desde Andorra. Todo se ha convertido en anécdota para visitantes que buscan emoción, mientras la gente de la zona reclama algo tan sencillo como cobertura móvil o tranquilidad. Pilar Tomàs, que vive frente a la antigua casa de Sansa y fue quien lo halló muerto, sirve comida casera en su restaurante lleno de forasteros. Agradece el aumento de clientes, pero querría una vida sin cámaras ni curiosos. Bromeaba en el medio con que, si Porta tanto se ha beneficiado del caso, podría donar al menos lo suficiente para una antena de teléfono. El auge del turismo del crimen. El llamado “turismo oscuro” , sórdido o tanatoturismo ha dejado de ser una rareza para consolidarse como una tendencia global que convierte la tragedia en destino. Desde las calles del Raval barcelonés, donde se relatan los crímenes de Enriqueta Martí o del “Arropiero” , hasta los pueblos arrasados por la guerra civil como Belchite , la industria turística ha sabido capitalizar la fascinación humana por la muerte y el mal, un interés tan antiguo como los espectáculos del circo romano. Según el criminólogo Vicente Garrido , esa atracción responde a la mezcla de miedo y curiosidad ante lo desconocido, pero hoy adopta la forma de rutas guiadas, visitas teatralizadas y experiencias inmersivas donde el visitante busca comprender (o sentir) el eco del horror. En Vida Extra Si paras Regreso al Futuro 3 en el minuto 27:50 verás a tres vaqueros que son de las mayores leyendas del cine western Nuevas narrativas para potenciarlo. Las series y pódcast de crímenes reales han reforzado ese fenómeno, generando una estética mediática que romantiza el asesinato y transforma a las víctimas y verdugos en personajes culturales. En España, l ugares como Tor , con su historia de muertes no resueltas, simbolizan ese dilema entre memoria y mercantilización: lo que para unos es una oportunidad económica y de visibilidad, para otros es la banalización de una tragedia todavía viva. El turismo del crimen crece, y con él la pregunta ética que lo acompaña: cuánto de conocimiento y cuánto de morbo hay en mirar de frente los escenarios del horror. Imagen | jqmj (Queralt) En Xataka | Turismo sórdido: 17 lugares para quienes viajan buscando el horror En Xataka | El turismo de Italia tiene un reto peor que la masificación: los souvenirs de la mafia. Ha empezado a prohibirlos - La noticia Un diminuto pueblo español con 13 casas no puede más. Un asesinato lo ha convertido en la capital del turismo del crimen fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .