Pelahustán (Toledo) recupera a sus Moharraches: una mascarada ancestral prohibida hace 300 años

Durante siglos, el eco de los cencerros y las máscaras de corteza había desaparecido de las calles de Pelahustán . Solo el recuerdo de los mayores y algunas notas en viejos archivos hablaban de unos personajes misteriosos -los Moharraches- que recorrían el pueblo en invierno, entre San Andrés y San Blas, anunciando la fiesta, ahuyentando los malos espíritus y celebrando la vida. Hoy, casi trescientos años después de su prohibición, esa mascarada ancestral ha vuelto a despertar en la Sierra de San Vicente. El Centro Cultural San Clemente, en Toledo, ha acogido la presentación del renacer de esta tradición , en un acto encabezado por el vicepresidente de la Diputación, Joaquín Romera, el alcalde de Pelahustán, Roberto García, el teniente de alcalde, Isabelo Herreros, y el impulsor del proyecto, Ramón González. La recuperación de los Moharraches es fruto de un trabajo paciente y comunitario. Vecinos y vecinas del pueblo, junto al Ayuntamiento, decidieron rescatar esta expresión cultural con el apoyo de la Diputación de Toledo, que ha convertido la defensa del patrimonio inmaterial en una línea prioritaria de acción. Romera recordó que estas figuras, mitad humanas y mitad animales, representaban la unión entre la naturaleza, la comunidad y la celebración, actuando como protectores y provocadores a la vez. En sus orígenes, estaban vinculadas a rituales agrícolas y ganaderos de invierno, cuando se pedía prosperidad para las cosechas y el ganado. «Los Moharraches vuelven a recorrer Pelahustán como símbolo de identidad y orgullo popular», afirmó Romera, subrayando que «la Diputación de Toledo seguirá apoyando todas las iniciativas que mantengan vivo el alma cultural de nuestros pueblos». Según ha documentado Ramón González, en 1731 la Iglesia prohibió estas representaciones por considerarlas profanas . Los vecinos protestaron e incluso se enfrentaron al poder civil, pero las mascaradas fueron desapareciendo poco a poco hasta quedar reducidas a un eco: las cencerradas de la noche de San Andrés. Tres siglos después, ese eco se ha transformado en una fiesta viva. El año pasado, un grupo de vecinos sorprendió al pueblo reapareciendo como Moharraches , con trajes de tela, máscaras de corteza, cencerros y bastones adornados. Hoy, el grupo ya suma una decena de integrantes y ha despertado interés nacional e internacional entre estudiosos del folclore y la antropología. El alcalde de Pelahustán, Roberto García, subraya que esta recuperación ha devuelto «vida, unión y sentido de pertenencia» al municipio. Los Moharraches se han convertido en «embajadores» del pueblo y volverán a tener protagonismo el 29 de noviembre, durante la fiesta de San Andrés, patrón local. «Representan el compañerismo, la tradición y el amor por nuestras raíces», afirma García, convencido de que esta mascarada «será una de las señas de identidad del pueblo» . El teniente de alcalde, Isabelo Herreros, ha sido el encargado de ejercer de pregonero, anunciando el regreso de la fiesta que une pasado y presente. El resurgir de los Moharraches tiene también un componente académico. El investigador David Morales, autor del estudio 'Mascaradas de Invierno' , fue quien despertó la curiosidad local al documentar estas tradiciones y que Pelahustán vuelva a vibrar con el sonido de los cencerros , las máscaras de corteza y el espíritu festivo de los Moharraches. Con esta recuperación, Pelahustán se une a otros municipios toledanos que están apostando por revalorizar su herencia cultural como fuente de cohesión y orgullo rural. El sonido de los cencerros volverá a resonar por las calles a finales de noviembre. Y, con él, Pelahustán recordará que las tradiciones no mueren: solo esperan a que alguien las despierte.