Tristeza y glifosato

Decía el periódico que los niños españoles orinan “un cóctel de pesticidas”. Lo leí con la naturalidad con que uno lee que mañana lloverá o que el ministro de Agricultura ha inaugurado una feria de jamones. Parece ser que el cuerpo elimina al orinar parte de las sustancias tóxicas ingeridas con los alimentos. Así que nuestros hijos son, en realidad, pequeñas depuradoras móviles del sistema agroalimentario español y europeo. Beben agua, comen peras o manzanas, y el país se purifica un poco a través de las vejigas infantiles. No sabe uno si darles las gracias o pedirles perdón.