El pintor Juan Luque (Montilla, Córdoba, 1964), tiene en el paisaje su mayor fuente de inspiración, y sobre todo en los faros, protagonistas de buena parte de sus obras, y en este caso, de la exposición que presenta en la galería Haurie con el título de ''Nuestra parte de luz'. Su recorrido artístico, tras terminar sus estudios de Bellas Artes en la Universidad de Sevilla, le llevó a disfrutar de la beca del Paisaje del Paular en Segovia , donde coincidió con otros artistas. Sus más recientes exposiciones colectivas le han llevado a Londres o Berlín, y su trayectoria ha estado marcada por la constante necesidad de la experimentación, yendo desde episodios informalistas mostrados en exposiciones como 'Espacios y Arquitecturas', a la figuración, recalando con fuerza en el paisaje. Reconoce el pintor que los faros en sus cuadros son una temática recurrente de hace tiempo , «fue un feliz encuentro con ellos en un momento de mi carrera en el que yo estaba entre la figuración y la abstracción, y esta imagen por su simbología y por lo que me permitía plásticamente a la hora de organizar el cuadro, me hace sentirme muy a gusto y me he dado cuenta de la cantidad de posibilidades que tiene tanto por su localización como por su forma y por su simbología». Llama la atención también el formato apaisado de los cuadros, de un largo atípico de lo habitual, «ha sido intencionado en esta exposición, porque precisamente un faro por su verticalidad pide un formato más vertical. Pero era un reto porque me importaba mucho lo que era el entorno, no tanto la imagen del faro, que también, pero sobre todo la localización, la línea del horizonte, crear una atmósfera que me gustaría pensar fuera una secuencia de algo». El mar está reflejado en todos sus cuadros y reconoce que representar el mar es un reto, «hay mucho de accidente en el cuadro. Me gusta muchísimo la pintura-pintura, lo que ocurre cuando estás trabajando, y esa abstracción de repente se convierte en mar, porque incluso puede ser hasta violenta la forma de ponerlo en el cuadro. Como decía Beckett, 'Incomprensible espíritu, a veces faro, a veces mar'. Es decir, que hay que resistir y otras veces golpear« . Trabaja sus cuadros desde los soportes, «no son lienzos, en otras ocasiones he hecho telas pegadas a tablas, pero en las de la galería Haurie el noventa por ciento son tablas, y la preparación es mía. Para mi es importante cómo queda para luego intervenir con la pintura». En su trabajo también hay otro tema recurrente que son las antiguas carpas de circo, «a lo largo de mi carrera hay una serie de temáticas como los faros, las carpas de circo, los moteles de carretera con el denominador común del paisaje, que siempre está presente en mi obra. Las carpas de circo tienen esa pulsión emocional y esa belleza de la decadencia, porque prácticamente no se ve. Yo busco las carpas menos espectaculares, imágenes que tengo de mi infancia, con esa especie de decadencia en la que también hay belleza». Cree que el arranque de cualquier propuesta creativa debe ser algo que permita expresar lo que quiere, «para mí es muy importante ir al soporte y enfrentarme a algo que voy a crear y que la persona que lo mire tiene una respuesta conmigo . Y también que la obra tenga vida propia, porque la reacción del espectador con la obra siempre es única, yo no quiero intervenir en la relación del espectador con mis cuadros, que debe ser única y especial«. Reconoce que hay cierto pudor al exponer, «porque siempre es de alguna manera hablar de tí, y si, si hay pudor, pero yo creo también es gratificante que la gente te diga que te gusta lo que haces y se identifique con tu trabajo, eso compensa todo lo demás. A veces ocurre que cuando trabajas en una obra luego el público lo interpreta de otra manera, pero yo soy muy respetuoso con el público y su opinión, y a lo mejor no es lo mismo que tú intentabas transmitir. Pero soy super respetuoso. Borges decía que 'el arte es un deber', que los artistas creamos la fábula y la moraleja la pone el público». Finalista de los premio BMW y del Focus-Abengoa, se siente reconocido porque, «el trabajo del artista es muy silencioso, y puedes esperar meses haciendo cosas que no ve nadie y confiar que luego haya una recompensa y eso es super importante. Los pintores hacemos un trabajo oculto». Dice que no es fácil ser artista, «pero sí es bonito. Ir todos los días al estudio debe ser algo no impostado ni obligado, pero claro, pasas por distintos momentos de tu vida, y el recorrido artístico de un creador es eso, a veces complicado, porque se pasan momentos difíciles y cuesta ir al estudio. Hay un trabajo físico pero también mental. Pero cuando llevas tiempo pintando, como en mi caso, estás sastisfecho con tu trabajo y haber dejado alguna obra que yo voy a desaparecer, pero mi obra permanecerá». Reconoce haber sufrido el bloqueo artístico, «porque hay veces que uno se exige no repertirse, ni copiarse a sí mismo ni caer en lo fácil . Piensas, hay cosas que han gustado voy a seguir por ahí, pero no, te tienes que reiventar, y debes sorprenderte a ti mismo e imponerte retos, y eso puede llevar al bloqueo porque no sabes dónde vas a llegar, pero con el trabajo y con tiempo se sale de esos momentos«. Para Juan Luque, definir un buen pintor es complicado, «no es mejor pintor el que vende mucho, sobre todo es buen vendedor, y genera unas expectativas en el público y para el que lo hace debe ser bueno. Pero si hablamos de lo meramente plástico y artístico, es tan subjetivo..., ahora mismo se está haciendo de todo. La abstracción, la figuración..., vas a un concurso y hay propuestas de todo tipo, todo tiene cabida. Simplemente el criterio es el que uno se marca, y cuando como espectador te enfrentas a una obra emites tu juicio y una valoración, que es siempre personal«. Le irrita es la tan manida 'rivalidad' entre la abstracción y la figuración, «eso en el siglo XXI debería estar superado. No tiene sentido hablar de una cosa u otra, se habla de una forma de expresarse. A veces te alejas de un cuadro figurativo y ahí hay abstracción. Hablar de que la pintura debe ser la representación mimética de la realidad en el siglo XXI es un despropósito. En el XIX quizás tendría sentido. Ahora bien, la figuración debe tener cabida en el panorama artístico, como no podía ser de otra manera«. La pintura sobrevive al vídeo, la fotografía, la instalación..., «porque es lo primario. Puede ser muy complicado eliminar de golpe el primer impulso del ser humano que puso la mano pintada en una cueva . La pintura no desaparecerá nunca, cogerá diferentes caminos y se va a contaminar de todos los códigos que ahora existe, y se va a modificar, y el paisaje no será el paisaje decimonónico que nos rodea. Yo vivo en la campiña de Córdoba y pinto faros. La pintura siempre tendrá su sitio«. A lo largo de su vida sus referencias han cambiado. «Yo fui un pintor abstracto, porque me gustaba muchísimo la abstracción sobre todo en mis inicios. Estaba empapado por el impresionismo abstracto y por toda la figuración de los 80, de cuando estudié. Me gusta muchísimo la atmótsfera de Turner o los contrastes de color de Rotcko..., hay muchos pintores que son mis referentes», dice el artista que tiene en su trayectoria más de veinte premios y menciones, y que hasta la fecha ha realizado cerca de veinte exposiciones individuales, además de numerosas colectivas. 'Nuestra parte de luz'. Juan Luque. Dónde: Galería Haurie. c/ Guzmán el Bueno, 13. Cuándo: hasta el 28 de noviembre. Horario: Lunes a viernes de 11 a 14 y de 18 a 21 horas. Sábados de 11 a 14 horas. Domingos y festivos, cerrado.