El pequeño inversor abandona la vivienda y se pasa a los locales comerciales ante el entorno inseguro en Cataluña

La intensificación de las medidas de control sobre el mercado del alquiler en Cataluña está provocando un cambio profundo en el comportamiento del pequeño inversor . Cada vez son más los propietarios que abandonan el sector residencial, al percibirlo como incierto y jurídicamente inestable, para dirigir su capital hacia activos inmobiliarios considerados más seguros y previsibles, como los locales comerciales, tal y como apunta Gerard Marcet, socio fundador de la consultora Laborde Marcet. «Cada semana nos llegan dos o tres inversores del ámbito residencial que buscan alternativas al alquiler de vivienda», apunta la consultora en una nota. Según explica, la aplicación de límites a los precios del alquiler, las restricciones al arrendamiento de temporada y el endurecimiento de la fiscalidad han generado «un clima de incertidumbre que desincentiva la inversión privada en vivienda». Esta situación está desplazando el capital hacia segmentos menos expuestos a la intervención política y con retornos más estables. El fenómeno no se limita al tipo de activo, sino también al territorio. «Muchos pequeños y medianos inversores catalanes están trasladando su capital a Madrid, Valencia o incluso Andorra, donde el marco legal es más estable y el riesgo regulatorio menor», apunta Marcet. Otros optan por diversificar dentro de Cataluña, apostando por locales comerciales u otros activos. «El inversor tradicional , el que compraba un piso para alquilarlo y complementar su jubilación, se siente hoy desprotegido. Algunos se marchan y otros cambian de estrategia», señala. Marcet lo resume de forma contundente: «Comprar una vivienda para alquilar se ha convertido en una operación de alto riesgo . La ley desprotege al propietario y eso frena la inversión. El dinero se mueve hacia donde se siente más seguro». Al respecto, señala, los locales comerciales emergen como el principal beneficiado de esta reorientación del capital, especialmente en zonas con dinamismo urbano. Según datos de Laborde Marcet , las rentabilidades netas se sitúan entre el 3,5% en ejes prime y el 6% en segundas líneas de Barcelona, como la Rambla del Poblenou, Gran de Gràcia o Travessera de Gràcia. «Son activos tangibles, con valor patrimonial y un comportamiento más predecible que el alquiler residencial. Además, los contratos son más estables y los inquilinos —comercios, franquicias o supermercados— ofrecen mayores garantías», explica Marcet. Aun así, advierte de la importancia de seleccionar bien el activo: «La rentabilidad puede variar mucho de una calle a otra. Hay que analizar factores como la ubicación, la fachada, la anchura de la acera o la normativa local. Un local con posibilidad de terraza o buena visibilidad puede incluso duplicar su valor». Para Marcet, este giro en el perfil del inversor no es coyuntural, sino estructural. «Los inversores ya no buscan solo rentabilidad, sino seguridad jurídica. Prefieren ganar un punto menos, pero dormir tranquilos», asegura.