El conflicto con Nexperia demuestra cómo China está utilizando las relaciones con la UE como arma y se sale con la suya

Los expertos afirman que Bruselas debe plantar cara a Pekín, que utiliza el suministro de chips y minerales esenciales como "espada de Damocles" China abre la mano para que Nexperia vuelva a mandar chips a la industria del automóvil Como intervención, fue bastante audaz. La decisión del Gobierno neerlandés a finales de septiembre de hacerse con el control de Nexperia, una fábrica de chips de propiedad china, casi paralizó toda la industria automovilística europea. Las tensiones entre Europa y China se calmaron durante el fin de semana, cuando Pekín confirmó que suavizaría las restricciones al suministro de chips para automóviles a la UE, lo que provocó un suspiro de alivio en las fábricas de automóviles de todo el mundo. Sin embargo, esto no ha hecho más que intensificar las dudas sobre la relación asimétrica de la UE con China, y muchos en la industria, la diplomacia y los gobiernos se preguntan si Europa ya no es un daño colateral en la guerra política entre China y Estados Unidos, sino un objetivo en sí mismo. “Podemos ganar un poco de tiempo, pero existe la sensación de que estamos entrando en una situación en la que a partir de ahora tendremos que hacer frente a crisis continuas y que las cosas realmente han cruzado un umbral con China”, afirma Andrew Small, investigador principal del think tank German Marshall Fund y antiguo asesor sobre China de la Comisión Europea. Es fundamental que China haya aceptado reanudar el suministro de chips Nexperia, pero solo durante un periodo de 12 meses y solo para uso civil, lo que deja la puerta abierta a futuras medidas si Pekín desea interferir en la reactivada industria de defensa de la UE o volver a cerrar el grifo a la industria automovilística. “China está tomando repetidamente medidas que, en realidad, no impiden el funcionamiento de las industrias, sino que simplemente estrangulan el suministro. Si este tipo de control persiste, Europa se verá sometida a una constante espada de Damocles”, añade Small. Europa “ya no es un daño colateral” de la guerra comercial con Donald Trump, afirmó Small: “Creo que la gente está empezando a comprenderlo ahora”. Aparte de la dolorosa experiencia de Nexperia, existe un desequilibrio más amplio en la relación entre la UE y China, con un déficit comercial de 300.000 millones de euros a favor de China, y las medidas arancelarias del bloque, incluidos los impuestos sobre los vehículos eléctricos del año pasado, no han servido para frenar la oleada de importaciones. En abril se produjo una serie de ralentizaciones en la fabricación de automóviles después de que China impusiera controles a la exportación de materiales, y un político alemán informó en una conferencia a principios de este año que una conocida marca tenía 100.000 coches aparcados a la espera de imanes para las ventanillas. En junio, los fabricantes estaban “en estado de pánico total” tratando de conseguir imanes, y más recientemente se supo que los fabricantes de Alemania, que importa el 95% de sus tierras raras de China, se veían obligados a entregar a China información detallada sobre sus negocios, que ni siquiera el gobierno alemán tiene, para poder hacerse con los productos. Jens Eskelund, presidente de la Cámara de Comercio Europea en China y director general de Maersk en China, cree que los productos de Shein, como las sillas de jardín de plástico o los adornos navideños, no son el problema, sino la dependencia que China está creando en industrias estratégicas como la tecnología limpia, es decir, la industria automovilística, la solar y la eólica. “Por supuesto, hay matices, hay ciertos sectores que están amenazados. Europa sigue siendo líder, o tal vez el año pasado fuera líder en la producción de turbinas eólicas, pero si no ocurre nada, Europa no producirá turbinas eólicas dentro de cinco años”, afirma. “Estamos viviendo un periodo de cambios sin precedentes en 100 años”, declaró Eskelund en una reciente rueda de prensa en Bruselas. “Cuando China dice que China está en auge y Occidente en declive, no se refiere necesariamente a la economía, sino a lo que considera que las democracias parlamentarias contienen las semillas de su propia destrucción”. O, como dice Small, “China utiliza sus relaciones comerciales como arma”, aprovechándolas como una oportunidad para “proyectar su poder” sobre un rival más débil y obtener ventajas económicas. Bloomberg informó el mes pasado que se estaba pidiendo a las empresas automovilísticas alemanas que presentaran información confidencial detallada sobre sus propios negocios para obtener licencias para importar imanes necesarios para las ventanillas de los coches, lo que daba a Pekín una visión más detallada de las empresas alemanas que la que tiene Berlín. Oficialmente, la UE ha estado aplicando una política de “reducción del riesgo” con respecto a China, pero no de “desacoplamiento”, tal y como estableció la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en marzo de 2023. “Las crisis de Nexperia y las tierras raras podrían y deberían sacudir a Europa de su letargo en materia de reducción del riesgo”, afirma Noah Barkin, asesor del grupo de expertos Rhodium Group, especializado en China, en una publicación en LinkedIn la semana pasada en la que criticaba la “inercia” de Berlín a la hora de actuar para cambiar el equilibrio en la relación con China. Según Barkin, un escenario más probable en relación con las actuales negociaciones de la UE sobre las tierras raras “es que China conceda a las empresas estadounidenses un acceso preferencial a las tierras raras para apaciguar a Trump, mientras mantiene a los europeos bajo un estricto control”. Los funcionarios de la UE expresan cierto grado de frustración por el hecho de que están utilizando las herramientas de que disponen —“analizando constantemente las defensas comerciales” para frenar el avance de China, incluida la investigación antisubvenciones de la semana pasada sobre los neumáticos chinos—, pero no tienen la sensación de que los Estados miembros estén contribuyendo a ayudar a sus propias industrias a diversificar sus cadenas de suministro. Hay señales claras de que Bruselas y Francia quieren enfrentarse. El mes pasado, Von der Leyen advirtió de que la UE estaba “dispuesta a utilizar todos los instrumentos de nuestra caja de herramientas para responder si fuera necesario”, en una referencia apenas velada a Instrumento Anticoerción (ACI) que no utilizó en su disputa arancelaria con Trump a principios de este año. “Disuasión nuclear” Denominado “disuasión nuclear” por los diplomáticos de Bruselas, se trata de una ley de defensa comercial nunca antes utilizada, aprobada en 2023, que podría permitir a la UE imponer más restricciones a las importaciones chinas, prohibirlas en las licitaciones públicas y, en el caso más extremo, bloquear su acceso al mercado libre. El presidente francés, Emmanuel Macron, que impulsó el uso del ACI contra Estados Unidos, está presionando abiertamente para que se utilice contra China si es necesario. “Se trata de una coacción económica. Tenemos que actuar”, afirmó tras la cumbre de líderes de la UE celebrada en octubre. Pero es poco probable que consiga el respaldo de Alemania. “No es tan fácil desvincularse de China, porque habría represalias”, afirma Joachim Taiber, investigador avanzado y experto en industria automovilística del Imperial College, quien señala los casi 800.000 vehículos que BMW vende al año en China. “Se podría desvincular completamente, emular a Estados Unidos y decir que no vamos a utilizar ningún componente chino, pero esa es la alternativa extrema y poco viable. Tendría un impacto desastroso en la economía”, añade. La UE no tiene minas de tierras raras en funcionamiento. El secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, afirmó tras la reunión en Corea entre Trump y Xi Jinping que faltaban “dos años” para que se alcanzara el autoabastecimiento, y que empresas como General Motors ya se habían asociado con minas. Nigel Stewart, director del Centro de Rendimiento Económico Sectorial del Imperial College de Londres, afirmó que China controla el 96% del suministro mundial de imanes y que Europa podría tardar 10 años en hacer lo que ha hecho Xi: comprar o controlar toda la cadena de suministro, desde la mina hasta la cadena de montaje.